El trabajo de construir aquella balsa fue cauteloso, gratificante y placentero.
Meticulosamente recogimos todas las botellas de plástico de la isla, ayudados con unos troncos y el vacío de aquellas botellas conseguimos que la balsa flotase, en breve descubríamos en torno a ese mar que durante tanto nos había rodeado en aquella isla, el mañana que estaba dispuesto a sacudirnos, sin duda era más fuerte y poderoso que nosotros, estábamos allí por caprichos del destino que habían confabulado con el.
Acercamos el material que encontrábamos por separado, a aquella orilla que era acariciada por el agua relajada del mar.
Meticulosamente recogimos todas las botellas de plástico de la isla, ayudados con unos troncos y el vacío de aquellas botellas conseguimos que la balsa flotase, en breve descubríamos en torno a ese mar que durante tanto nos había rodeado en aquella isla, el mañana que estaba dispuesto a sacudirnos, sin duda era más fuerte y poderoso que nosotros, estábamos allí por caprichos del destino que habían confabulado con el.
Acercamos el material que encontrábamos por separado, a aquella orilla que era acariciada por el agua relajada del mar.
Mis pensamientos se sumergían en aquellas aguas para dialogar
conmigo misma sobre que era el todo y la nada para mí, haciéndome entender que todo
y nada es lo mismo, puntos opuestos de nuestro diario caminar que aunque nos
separan indudablemente, nos unen como si de un imán se tratase. La alegría
profunda del corazón es un imán que nos une a
la felicidad, y ese todo, proveniente de la nada.
Pero no todo eran diálogos internos
conmigo misma, mientras dábamos forma a esa balsa, mi Capitán y yo compartíamos
puntos de vista.
- ¿Piensas que hay algo detrás de la
muerte grumete?
Quedé en silencio un instante mirando al
mar, el agua de este inspiró la respuesta que le di a mi Capitán.
- El alma del hombre es como el agua,
viene del cielo, se eleva hacia el cielo y vuelve después a la tierra en un
eterno ciclo.
Mi Capitán, debe saber que del silencio
más inmenso que existe regresaremos , volveremos junto a los seres que
queremos, solo estaremos unos instantes flotando en el viento y otra vez
seremos concebidos, volveremos con la misma alma y distinto disfraz.
- ¿Piensas que es cierto lo de la
reencarnación del alma grumete? – insistía preocupado mi Capitán, tal vez por
su avanzada edad, estaba claro que a sus 80 años este tipo de preguntas
luchaban a diario con él.
- He soñado muchas veces la respuesta
Capitán.
Cuando era niña dejaba que mi mano colgara
a un lado de la cama, la mano de mi abuela cogía la mía y me calmaba cualquier
angustia. Siempre supe cuando alargar la mano para sentirme reconfortada por la
de mi abuela. Fui creciendo y en secreto, mi abuela y yo uníamos las manos en
la oscuridad de la noche para sentirnos reconfortadas. Mi abuela murió hace
algunos años y aún hay veces que alargo mi mano en la noche.
A pesar del tiempo nunca olvidé las
sensaciones que sentía.
Al tiempo nació mi hija, apenas tenia 9
meses, una noche, mientras estaba dormida yo recordé la sensación que sentía
cuando apretaba la mano de mi abuela, no podía pillar el sueño, mi instinto me
animó a dejar que mi mano colgara a un lado de la cama, solo sentía el frío de
la oscura noche, justo cuando iba a meterla dentro de la cama, mi hija entre
sueños me dio su mano y apretó la mía. Mi mente y mi cuerpo reconocieron aquel
sentimiento tan familiar y profundo. Supe que en aquel momento nuestra conexión
iba mucho más allá del ámbito físico.
Nada muere en nuestro interior mientras
nosotros nos empeñemos en mantenerlo vivo de algún modo.
“Aunque me da miedo Capitán pienso que el
verdadero secreto del mundo, de la vida, es que todas las cosas subsisten y no
mueren, tan solo se retiran, desaparecen de nuestra vista para regresar más
tarde de otro modo, en otra forma, lugar, con otro camino, con otro sentido”
Quizás nada muere Capitán, y empeñarnos en
ser inmortales es una locura, sería como conservar un viejo coche después de
haber recorrido miles y miles de kilómetros con el y al que la carrocería se
cae a pedazos.
Apuesto por dejarnos llevar por la vida y
por la muerte, seguir ese ciclo que nos trajo hasta aquí y que nos dio todo lo
que tenemos, todo lo que somos, sin quedarnos estancados y con la convicción de
que más allá de todo lo que vemos, está el mañana al que tenemos que llegar
convencido de que a pesar de estar en lo alto de la cima, comienza de nuevo la
escalada, de distinta forma, pero al fin y al cabo otra oportunidad de recorrer
ese camino incierto, que la gente que nos quiere recordará por muchos años con
amor.
- Tal vez tengas razón grumete, solo tal
vez…
Noté el zumbido en el pecho de mi Capitán,
la necesidad de creer en mis palabras, y por primera vez en toda nuestra
travesía le note especialmente preocupado por este tema. Tal vez la muerte le
acechaba o le había visto de lejos, en sus ojos pedía a gritos un poco más de
tiempo, solo un poco más.
Cuando nos quisimos dar cuenta la isla
quedaba atrás, era un punto minúsculo que nos había quitado la tranquilidad de
días atrás, donde el miedo se había acentuado bastante, pero también nos había
dado la oportunidad de encontrarnos y nos había facilitado las herramientas
para salir de allí del mismo modo que habíamos entrado, juntos.
Por fin la esperanza por llegar a ese
mañana que nos esperaba se acentuaba,
¿Quién sabe? Tal vez el escondiera ese todo que sin saberlo ya nos había
inundado.
Gracias mi querida amiga Amparo, muchas gracias...! Hemos retomado el camino, como dijo el poeta: "... Camino se hace al andar..." y agrego yo: Siendo un camino la vida / Que bueno es caminar... Haré el esfuerzo, Amparo, por cumplir nuestra ilusión de ver esta obra completamente finalizada y, aunque presumo que terminará, Dios sea loado, en el instante de mi partida. Besos verdes como el mar para ti, muchacha.
ResponderEliminarQuerida Amparo, retomar tu lectura es algo beneficioso para mí, pues tienes el don de absorberme en ella, cosa algo difícil ahora en mí.
ResponderEliminarEres una gran escritora y espero y deseo tus letras sigan fluyendo sin cesar.
Abrazos inmensos.