Naufrago en tu mirada, recorro con mi entendimiento tu interior.
Navego por lo inevitable, soy dueña de tus deseos y tu ilusión.
Surco las aguas de tus sueños, sigo quedando varada en tu corazón.
La luminosidad de tu mirada, da sentido a mi barca y guía su timón.
El poder de tu sonrisa, diluye cualquier tormenta haciendo brillar el sol.
Juntos descubrimos una isla, donde no tiene cabida el reloj.
Donde el día y la noche están fundidos, y el corazón vence a la razón.
Allí, cada vez que sube la marea, quedamos atrapados tú y yo.
Bendita la isla y mi rumbo, Bendito el velero que a ti me llevo.
Benditos tus ojos que encuentran a los míos y se funden con pasión.
Bendito aquel día y aquel naufragio que me hicieron ser mucho mejor.
Benditas las aguas que juntos surcamos y aquel amor que naufragó.
No importa el tiempo y la distancia, que mas da la ausencia y la limitación.
Si tú guías las velas de mi barca y yo soy dueña de tu corazón.
Si te siento a mi lado a cada instante y noto en mi cuerpo tu calor.
¡Que más da ¡si la luz de este faro sigue encendida para los dos.
Cuando necesites navegar a mi lado y los recuerdos te dejen sin respiración.
Mi faro seguirá encendido, solo tienes que navegar en mi dirección.
Esto es de una calidez y de una claridad muy especial. Se nota que escribes desde el corazón.
ResponderEliminarSin duda este naufragio me cambio la vida, hizo madurar mi corazón a golpe de brisa y mareas que me dejaron presa en aquella orilla.
EliminarGrita el corazón cuando quieres enmudecerlo.
Un placer tenerte entre mis versos
Un abrazo enorme
Bendita la mirada, bendito el lugar y bendito el amor que ilunina más que un faro.
ResponderEliminarBellas letras.Me ha encantado leerte, Amparo.
Muchos abrazos.
Gracias por tu visita Rayen, Bendito la posibilidad de sentir que es la que hace cualquier lugar y palabras bellas.
EliminarMe encantó tu visita, espero que vuelvas, Amparo
Besos