El tiempo
parecía no haber pasado para mi Capitán y para mí, las sensaciones
y la necesidad de compartir pensamientos y vivencias no se habían
mitigado.
Encontré
a un Capitán renovado, con más ansias de compartir y una necesidad
aumentada de continuar, pero primero había que salir de aquella isla
que nos había distanciado físicamente, ya que espiritualmente
estábamos más cerca que nunca.
Dicen que
no sabemos lo que tenemos hasta que no lo perdemos, y yo me pregunto,
¿Hay que esperar a perderlo para que de verdad lo valoremos? ¿Hay
que tener esa sensación de vacío para reaccionar y saber lo que
queremos en nuestra vida?
¿Porqué
nos tenemos que estar al límite para decidir, para arriesgar, para
avanzar, para afrontar miedos, para desear, para cambiar de rumbo...?
¿Porqué
nos abandonamos a la suerte hasta que esa cuerda se tensa y nos
obliga a hacer todo eso que en condiciones normales no somos capaces?
Yo
cambiaría esa frase por esta otra, no sabemos lo que nos hemos
estado perdiendo hasta que no lo encontramos, según esta teoría la
cosa cambia, es en el momento justo de encontrarlo cuando empiezas a
valorarlo y quererlo en tu vida, disfrutando cada instante que
compone ese día a día donde estamos, es en el mismo instante de
comenzar a disfrutarlo cuando te planteas, si no es eso lo que has
estado esperando durante mucho tiempo, tal vez toda una vida, ¿que
más puede ser?.
Tal vez
esa es la sensación que mi Capitán tenía
conmigo, él había esperado algo grande durante todo este tiempo,
poco más de 80 años le habían llevado a esa búsqueda interior a
la que con la llegada de aquella grumete 50 años más joven que él,
empezaba a encontrarle sentido.
Sin duda
esos 80 años estaban repletos de momentos especiales, sinceros,
sensaciones que le habían hecho engordar el corazón, deseos
dormidos e ilusiones gritadas al viento donde la fantasía había
dado paso a una realidad irreemplazable para él.
A veces
necesitamos que la vida nos sacuda para reaccionar, tal vez
estancarnos para saber donde queremos llegar y lo que determina la
fuerza para salir de lo más hondo... quizá la mayor prueba de la
vida reside en la soledad, la misma soledad que minutos antes de
encontrarme, mi Capitán no dejaba de sentir.
Antes de
naufragar en aquella isla, a mí lado, mi Capitán ya había
naufragado una y otra vez en su pasado, en esa soledad que lejos de
ser su amiga, se había convertido en su aliada en este tramo del
camino.
Naufragaba
en cada recuerdo dormido, reviviendo no solo el momento, sino las
ansias de volver a experimentarlo a pesar del tiempo. Naufragaba en
cada sueño imposible, y mientras la nostalgia lo invadía, se sentía
afortunado por el tiempo en que pudo alimentarse de esos sueños
incumplidos, aunque de solo pensarlos le producían felicidad.
Naufragaba
en cada decisión tomada, dejando en el aire la incógnita, ¿Y si
hubiera tomado otro camino?
Toda esa
gente insustancial que había sido necesaria para caminar por su
vida, dejaba un hueco enorme en su corazón para ser ocupado por esa
gente que a necesitado siempre a su lado, familiares, amigos, hijos,
amantes, y esos grandes sueños que aun daban cuerda al reloj de su
corazón.
Pero esos
80 años vividos, la soledad los reducía a polvo que en el primer
temporal se esparcía, a agua que se escurría entre las manos de
aquel soñador compulsivo, la nostalgia y la impotencia eran mucho
más fuertes que esas veces que el corazón había palpitado deseando
más.
Y llegó
lo que había esperado, la luz que todos esperamos a final de ese
túnel que deseamos recorrer en compañía.
Una luz
tenue pero constante, que le animaba a vivir, a recordar, a re
experimentar, a amarse así mismo y a admirarse por todo lo que había
conseguido en ese camino, a valorar todo lo que había encontrado y a
sentirse orgulloso por todo lo que había perseguido.
Una luz en forma de grumete, dispuesta a acompañarle y a compartir
con él esos momentos que
atesoraba en su recuerdo y corazón. Engullida
por su historia, yo disfrutaba cada anécdota, cada palabra y cada
capítulo de la vida de mi Capitán, hasta tal punto que cerraba los
ojos y me veía allí, como espectadora directa, en primer plano,
porque así lo había decidido.
La
necesidad de aquella luz en la vida del Capitán, lo confundían
pensando que aquello era lo que siempre había esperado, sin embargo,
lo que estaba claro es que era lo que necesitaba en estos momentos.
Aquel
naufragio fue una prueba del destino donde ambos tuvimos que ahondar
en nosotros mismos para descubrir ¿cómo? y ¿de qué manera?
estábamos dispuestos a luchar por aquella
amistad que nos había invadido.
Decidimos
dejar atrás aquel naufragio que el destino había escrito para
nosotros y que nos permitido encontrarnos por segunda vez en nuestras
vidas.
El
destino, a veces tan lineal que no cabe un ápice de duda, de cambio,
y otras tan impredecible que nos lleva a lugares insólitos donde no
imaginamos ni siquiera en sueños.
Conjugaba
ese misterio a lo desconocido , desafiante , de la posibilidad de
elegir según nuestra búsqueda y necesidades, y por otro lado, nos
daba la sensación y la absoluta certeza, de que aquello no solo
estaba escrito para que nuestras vidas lo completasen, sino que
estábamos asombrados y orgullosos de poder leerlo al unísono.
Mi capitán
creía que aquel destino que lo había llevado a mí, y yo creía en
ese destino que me reencontraba con él.
Si cabía
la posibilidad de moldearlo a nuestro antojo en lo más mínimo, sin
duda no lo haríamos de momento, ya que cubría nuestras
expectativas, necesidades y deseos.
De nuevo
navegábamos en nuestro presente, aunque no disponíamos de
embarcación, nuestra entrega hacía de timón, la ilusión soplaban
las velas impulsándolas hacia el horizonte que aguardaba inquieto y
ante el cual estábamos expectantes, sin perder detalle y disfrutando
al máximo.
- ¿Capitán
como saldremos de aquí?
- Por el
mismo sitio que entramos mi querida grumete, por ese mar de la vida
que determinara donde iremos.
-
!Imposible Capitán, ya no tenemos el presente¡
- ¿Ah,
no? Acaso, ¿donde estás en este momento? Me vas a decir que este no
es tu presente, nuestro presente.
- Sí
Capitán, pero con el momento, el instante, no llegamos a ningún
lado.
- De nuevo
estas equivocada muchacha, en este instante y momento está todo lo
que necesitas para ir a donde quieres ir, ni antes, ni después.
Es ahora,
ésta es la hora y el mejor momento para construir lo que deseas y
que ello te lleve a tus objetivos, a tu meta.
-
¡Construiremos una balsa!
Fue así
como en los días sucesivos, guiados por la intuición, juntos,
construimos una balsa que nos sacó de aquella isla y nos dejó
flotar de nuevo en nuestro presente.
Un
presente donde seguía reposando la historia de mi Capitán, y mis
deseos de acompañarle.
Finalmente has encontrado el modo (ya lo imaginaba yo, querida Amparo), de sacar a tu capitán y a ti misma de aquella soledad de la isla desierta, oye, y que hermosa que ha quedado la balsa mi querida muchacha. Tu imaginación es superlativa y llevas a todos los lectores y sobretodo a mi mismo, por la aventura marítima mas extraordinaria de la que he tenido conocimiento. Bueno, la felicidad que me proporciona este nuevo capítulo es deliciosa. Muchas gracias Amparo. Un beso grande para ti, muchacha escritora.
ResponderEliminarEfectivamente Federico, habia que salir de esa isla, y había que hacerlo juntos. Ahora queda ver si esa balsa aguanta hasta descubrir nuestro futuro que comienza en este instante.
EliminarBesos Capitán
Claro que sí, seguir avanzando en el mar de sus vidas, en sus agitadas tormentas internas y en esas orillas de calma en medio de la vorágine.
ResponderEliminar:)
Besos.
Querida Marinel, gracias por estar de nuevo aquí.
EliminarAvanzando hacia un futuro incierto pero compartido.
Besos
Querida Amparo,
ResponderEliminary eso que te escribí en mi blog, cuándo regresas con más relatos?....
Y estás aquí regalándonos tus bellos escritos que nos sumerjen en una travesía de historias...
Ben tornata!
Abrazo grande.
Bienvenida siempre Genesis, veo que viste mi nuevo capítulo que tanto demandabas....la travesía cobra sentido con vosotros!
EliminarBesos de colores
Me alegra nuevamente saber de ti preciosa, ya me tienes aquí pegadita a las novelas :D besitos.
ResponderEliminarSi quieres la luna, no te escondas de la noche.
Si quieres una rosa no huyas de las espinas.
Si quieres amor, no te escondas de ti mismo…
Un abrazo lleno de energía positiva,
para celebrar a tu lado
con alborozo el fin de semana.
Atte.
María Del Carmen
Hoy la alegría me ha despertado con;
una sonrisa en los ojos,
un beso en los labios,
y los brazos extendidos,
para compartir contigo,
un abrazo de luz y armonía...
¡¡Feliz domingo salpicado,
por el rocío y aromas de la mañana!!
Atte.
María Del Carmen
Espero de corazón vuelvas pronto Amparo
ResponderEliminarBesos linda
Hola Amparo, ¡cómo me gusta leerte! Es verdaderamente bello el leer tus capítulos.
ResponderEliminarAunque he tardado en regresar, quiero expresar mi interés por volver a leerte.
De verdad, es un placer leer tus escritos!
Abrazos. Rosa.
beautiful blog kisses albert
ResponderEliminar