Caminar es mejor que llegar

Aunque a veces el camino sea duro, tenebroso, incierto, no hay nada más placentero y gratificante que seguir caminando, pues la riqueza de todo camino reside ahí, en el día a día, paso a paso, puede que jamás lleguemos al final, o puede que si llegamos, nos encontremos que no hay nada de lo que esperábamos, sin embargo siempre nos quedarán esas pisadas, a veces firmes y otras asustadas, aquello que si hemos podido vivir y experimentar a diario y que forma parte del camino para llegar a nuestros sueños, a nosotros mismos.

Hazte seguidor

A MIS SEGUIDORES

Mis queridos seguidores, apenas hace unos meses empezaba este camino en solitario con la llama de la ilusión encendida, una llama ansiosa por gritar, por mantenerse, por iluminar de algún modo el camino de esa gente que aunque no conocía sabía que estaban ahí.
Un camino duro si lo ves como una meta para saltar a la luz literaria, pero si lo sientes como una vía de escape necesaria en tu día a día, que te hace evadirte de estrés siendo tu misma, es muy pero que muy gratificante, ya que la mayoría de la gente que se esconden tras esos avatares son increíbles personas.
Hoy quiero daros las gracias desde el corazón a todos y cada uno de mis seguidores, empezando por Marilyn a la cual tengo especial cariño, ella fue la primera en visitar mi espacio y en traerme esa sensación de que lo que escribes llega de algún modo, gusta, y que algunas veces esas vivencias que plasmo, son compartidas, mucho más de lo que imagino cuando escribo.
Gracias a todos esos que llegaron después y a los que aún no han llegado pero que están en camino.
Gracias a todos esos que me siguen en el anonimato y disfrutan no solo con seguir mi blog, sino con seguir mi vida y para los cuales se que soy y me siento importante.
Gracias a todos los que me comentan aunque no me sigan, a los que me siguen sin comentarme.
Jamás pensé llegar al impensable numero de 100 seguidores, no auguraba ni llegar a 20, sé que muchos de vosotros sabéis como me siento porque tenéis muchos más que yo, mi satisfacción no es por el número, sino porque detrás de de ese número estáis vosotros esperando lo que tengo que decir, viviendo lo que yo vivo, intentando comprenderme y conociéndome a través de mis palabras, lo más importante de todo, es que la mayoría de vosotros vais en la misma dirección que yo y valoráis ese cariño, esos detalles, esa constancia, esa necesidad y esa ilusión.

Así pues mi regalo de hoy para cada uno de vosotros es una pequeña vela que vosotros habéis ido encendiendo estos meses y habéis colocado en mi camino, una vela que mantenéis y que cada día sigue iluminando mis letras, mis pensamientos, esa ilusión que se acrecienta. GRACIAS A TODOS POR ENCENDER ESA LUZ EN MI CAMINO.

Algunos habéis llegado hasta aquí por casualidad, a otros os ha traído algún seguidor mio, otros os habéis sentido atraídos por mis palabras ya que yo os encontré primero.....pero eso da igual, lo importante es que estáis aquí, y me siento un poco en deuda con vosotros, por lo tanto en cuanto termine mi novela os contaré como llegué yo hasta vosotros, no quiero meter ninguna entrada entre medias.



Sé el primero de tus amigos

27 julio, 2012

Acordes a tu lado ( Capítulo VII )



Cuarta cuerda ( LA FE )

El tiempo iba pasando a marchas forzadas, el verano estaba agonizando, daba paso al otoño y este a su vez al invierno. Javier llevaba en el pueblo “el punto” casi un año. Había decido quedarse a vivir con nosotros, visitar y aprovechar más la existencia de su padre y ¿por qué no?, tal vez el regreso de su madre. En la ciudad nunca la encontraría, en cambio en el pueblo podría ser posible.
Durante aquel día estuvo bastante pensativo y ausente, cuando no pudo aguantar más lo soltó durante el almuerzo, nos comunicó a papá y a mí que se quería desconectar del todo con la ciudad para volver al pueblo definitivamente. Debido a todo lo que allí había dejado, su trabajo como abogado, sus amigos en común con Carla, su apartamento, tenía que volver para dejarlo todo arreglado, vender el apartamento y renunciar al puesto de trabajo que tanto se tuvo que labrar.

Yo no sabía que pensar, me parecía bastante raro que decidiese volver, sobre todo en vísperas del aniversario de la muerte de Carla, por otro lado la idea de que no volviese me aterrorizaba, la angustia me inundó sacando de mí la parte más estúpida.
   -¡Estás jugando con los sentimientos de papá, los de Nana, los de tu padre y con los míos también! - le grité presa de los nervios.
   -Sólo serán unos días, los suficientes como para dejarlo todo arreglado, no quiero tener nada pendiente en la ciudad, no pienses que os librareis de mí tan fácil, es más, si lo deseas puedes venir conmigo, así conocerás la ciudad de la que tanto te he hablado.

Sentía que lo había puesto en el compromiso de proponerme que le acompañara, la idea no me parecía del todo descabellada, no descarté la posibilidad de viajar a París, yo nunca había ido a la ciudad, en realidad no había salido del pueblo y la compañía era inmejorable, nada podría pasarme al lado de Javier. Vivir en su vida pasada temporalmente no me obligaría a renunciar a su presencia, la idea era bastante jugosa y tentadora, aunque a papá no le hacía demasiada gracia que hiciese un viaje tan lejos. Aceptó porque según él, iba bien acompañada, confiaba en que estaría bien con Javier, sabía que me hacía ilusión acompañarle y quiso concederme el deseo.
Nana sin embargo, opinaba que hay que lanzarse tras el amor sin miedo alguno a caer, yo me estaba arriesgando a estrellarme, pero la experiencia, el solo hecho de poder compartir al lado suyo mi tiempo, ya merecía la pena.
A Javier le llevó una semana los preparativos del viaje, yo estuve muy ocupada preparando mi equipaje, parecía que me marchaba definitivamente, todo me parecía poco para llenar la maleta, tenía que ir renunciando a algunas cosas si quería que me cogiese todo. Comencé a descartar algunas, las más prescindibles, preferí embalar solo las necesarias, algo ligero de ropa y por supuesto entre ellas, la foto de papá que se hizo junto a mí en la playa, con lo cual llevaba tres recuerdos en uno solo. La herradura de Niebla que nunca le pusimos, estaba más cómoda sin zapatos según papá, el beso inconfundible de mi Nana junto con sus roscos de naranja que me preparó para el camino, un gorro que perteneció a mamá en el que envolví una hoja de laurel, y la belleza de la naturaleza que la embalé en mi retina y mis sentidos.
El equipaje de Javier era mucho más simple, uno o dos pantalones vaqueros, tres o cuatro camisas de color claro, ropa interior, las llaves del apartamento, calcetines sueltos y un par de zapatos.
Desayunamos rápidamente porque el tiempo no corría a nuestro favor, bajo las miradas atentas de Nana y papá me despedí de Nana dejando con ella muchos sentimientos agolpados, sentía que me faltaba infinidad de tiempo para expresarle todo lo que sentía por ella, sin embargo, tuve que hacerlo en unos instantes, lo único que se me ocurrió fue darle un beso tan fuerte como pude y un abrazo apretado. Papá nos acercó al pueblo donde cogeríamos el autobús hasta la capital, una vez allí, emprenderíamos el vuelo que nos llevaría hasta París, la ciudad que conoció a un Javier enamorado y desolado.
Subimos al jeep de papá volviendo la vista hacia la luna del cristal trasero, a través de ella, podíamos ver a mi Nana despidiéndonos con su mano alzada al viento, apuesto a que su corazón era el vivo reflejo del mío, latía apresuradamente, se podía percibir como se oprimía victima de la distancia a la que nos estábamos sometiendo, ambas lo estábamos pasando mal, mientras el coche de papá avanzaba hacia el frente ofreciéndome de Nana una imagen borrosa. Al tomar la primera curva del camino la silueta de mi Nana desapareció de mi vista, quedándome solo la que me ofrecía su recuerdo.
Recorrimos el camino en silencio, Javier iba en el asiento delantero junto a papá, yo iba sola en el asiento de atrás, contaba con la ventaja de observar a ambos sin llamar su atención, los dos estaban bastante pensativos. Al llegar al pueblo metimos nuestro equipaje en el autobús que nos llevaría a la ciudad, nos despedimos de papá con un beso al que acompañaba un abrazo, sentí los latidos de su corazón acelerado, estaban tan próximos a los míos que parecíamos uno solo. Papá no pudo contener las lágrimas por mi partida a la vez que la emoción de hacerme feliz, él intuía que éste viaje era importante para mí aunque desconocía hasta qué punto. Papá nunca se opondría a mi felicidad, aunque no sé que pensaría si supiese que me bebía los vientos por mi primo.
Javier se despidió de papá con un abrazo presidido por un apretón de manos, todavía puedo escuchar el susurro de papá al oído de Javier.
    -¡Cuídala!, y me estarás cuidando a mí.

Subimos al autobús que se encontraba repleto de pasajeros, tuvimos que sentarnos al final del pasillo, desde allí se divisaban los diferentes asientos. Me senté justo en la ventanilla, Javier se sentó a mi lado, ambos miramos a la vez para despedir a papá con los brazos pero ya se había marchado. No pudo contener las lágrimas que le negaba a nuestra vista, aunque Javier no lo entendía yo sí que justificaba su actuación, en su lugar tal vez hubiese hecho lo mismo.
El motor del autobús comenzó a sonar con un rugido advirtiéndonos de que nos íbamos. Mis manos inquietas reflejaban el nerviosismo que sentía al salir del pueblo, a dejar atrás todo lo que me hacía sentir viva, aún así, no estaba triste, auguraba que mi vida cambiaría al lado de Javier, ahora la ilusión de acompañarle era mucho más fuerte que el ruido del mar o montar a Niebla sin silla. Javier podía percibirlo en mis labios cuando le dedicaba mi sonrisa, estaba en el asiento de al lado, a una cuarta de mí, en cambio parecía que había llegado ya a París, su vista se perdía atravesando el largo del autobús, incluso la luna delantera de éste, su imaginación viajaba mucho más deprisa que nuestro cuerpo.
Tardamos poco más de dos horas en llegar al aeropuerto, nunca había visto un avión de cerca, eran como pájaros enormes cuyas tripas estaban suplantadas por maquinaria que imaginaba compleja. El aeropuerto era grandísimo, montones de pasajeros iban y venían por los pasillos cargando sus enormes maletas, subimos por unas escaleras mecánicas, según Javier, para mí eran unas escaleras que subían y bajaban solas, parecía que era producto de mi vista. Al subirme descubrí que eran reales a la vez que cómodas. No pude evitar alcanzar a mi Nana con el recuerdo, se quejaba todo el día porque a menudo tenía que subir a la planta de arriba de la casa, si me hubiese visto, yo subía sin el mínimo esfuerzo, no meneaba ni un solo músculo de mis piernas y en menos de dos minutos estaba en lo alto de ellas. Frente a las escaleras estaba la puerta de embarque, por ella teníamos que pasar después de facturar el equipaje, a mí no me convencía perder de vista mis maletas durante todo el viaje, ellas viajarían por un lado y nosotros por otro. Javier se reía de mí, claro, él solo podía perder su ropa interior y unas cuantas camisas, sin embargo yo llevaba mucho más valor en ella, un valor irreparable en caso de extravío. Javier me explicó que era lo mismo que cuando subimos al autobús y dejamos las maletas en los bajos de éste, según él, mi maleta y la suya viajarían en la cola del avión. Me miraba demasiado mientras aguardábamos en la puerta de embarque, portaba mi billete en sus manos, el mismo que me llevaría a ver el pasado de Javier mucho más cerca.
   -¿Estás seguro que ésta es la puerta que nos lleva al avión adecuado?, me moriría del susto si apareciésemos en otro sitio que ni siquiera tú conocieras.
Javier agarró mi cara cuidadosamente conduciéndola hacia el letrero luminoso que había encima de la puerta, había un avión dibujado y al lado las letras luminosas mostraban a donde nos dirigíamos.
   -Vuelo con destino a París.
Era increíble, ni en mis sueños era posible lo que estaba viviendo, tan solo tenías que elegir una puerta y cerrar los ojos, de ello dependía que al despertar estuvieses en un sitio o en otro. Mientras alucinaba con lo que hasta ahora era desconocido para mí, una voz surgía de la nada y anunciaba que teníamos que embarcar. Los pasajeros de nuestra cola iban pasando uno tras otro al igual que nosotros, una azafata nos daba su aprobación para que le entregáramos el billete del vuelo, cruzamos un pasillo medianamente largo, el piloto y otra azafata que vestía igual que la anterior nos daban la bienvenida en el avión.
Había muchos más asientos que en el autobús, estaban dispuestos en el lado izquierdo de tres en tres y en el lado derecho de dos en dos, todos ellos estaban numerados, palidecí al descubrir que el asiento de mi billete no era correlativo al de Javier, su asiento no estaba junto al mío. Sin disimular mi miedo le supliqué que no me dejase sola. Javier insistió, intentaba convencerme de que era igual que nuestro pequeño viaje en globo, me aseguró que la única diferencia ahora era que en el avión sentiríamos la naturaleza indirectamente, sé que intentaba relajar mis inquietudes pero lo único que consiguió fue que me asustase más. Mi único deseo era que Javier estuviese a mi lado durante el tiempo que durase el vuelo, las nuevas sensaciones que me disponía a descubrir me daban pánico. No entendía que él era el único conocido para mí dentro del avión, yo quería que estuviese a mi lado en todo momento.
La azafata se percató de que algo nos sucedía, se acercó para averiguarlo, mi color rojizo de la cara resaltaba del color de mi camisa blanca.
   -¿Algún problema? – nos preguntó con tono dudoso.
   -Ninguno – contestó Javier.
   -¿Cómo que no? - reclamé indignada.
   -Verá mi esposa no quiere viajar en otro asiento que no esté situado a mi lado, los números de nuestros asientos no son correlativos, mi asiento está dos asientos delante del suyo, le da miedo, si usted…

La azafata no dejó a Javier que acabase de explicarle la idea que nos rondaba por la cabeza.
   -Por supuesto que pueden sentarse juntos, el número del asiento es solamente para que la tripulación embarque organizadamente, nada más, si el asiento que está a su lado se encuentra libre o al acompañante que le halla tocado no tiene ningún tipo de problema en cambiárselo, usted puede ocuparlo, no hay ningún problema caballero. Sin duda alguna, o su mujer lo adora, o el miedo que siente a viajar sola multiplica sus sentimientos hacia usted. Buen viaje.

Me senté junto a Javier ya que el asiento estaba libre, inmediatamente después de sentarme en el sentí que una tranquilidad diferente había usurpado el lugar que tenía el miedo en mi interior, sabía que volaría a su lado, no me importaba la vergüenza de confesar a la azafata que me daba pánico viajar sola. Javier había engañado a esa azafata diciéndole que yo era su esposa, le confesó que él era mi marido, la azafata pudo descubrir en mi cara que estaba enamorada de él. ¿Tanto se me notaba? Era imposible, yo no había articulado ni una sola palabra, lo que más me mosqueaba era que Javier estaba encantado por haber engañado a la azafata. ¿Por qué le habría dicho que yo era su esposa?, lo que tenía claro es que no pensaba preguntarle todas las dudas que en mi mente surgían, era imposible que alguien que no me conocía de nada hubiese notado que estaba enamorada de él, sin embargo, él que estaba conmigo todo el tiempo no era capaz de percibirlo, ¿ó tal vez sí?, quizás se estaba haciendo el tonto, ¿y si era el sapo del cuento que me había contado mi Nana?
¡Mi Nana!, cuanto la extrañaba, la distancia me hizo comprender que todo lo que sentía, lo que pensaba, no solo era cierto sino que se multiplicaba acelerando mi corazón con la única meta de buscarla, de sentirla cerca. La mínima posibilidad que existía de perderla, de no volver a verla, me hacía sentir un miedo horrible, no quería perder todo lo que llevaba dentro de mi corazón. Todo era muy confuso para mí, mi único objetivo por el momento era que Javier se sentase a mi lado y fuese por el motivo que fuese ya lo había conseguido.
Cambié mi asiento por el suyo, él quería mirar durante el vuelo por la ventanilla, yo sin embargo no quería mirar a través de ella.
Cuando veía algún avión pasar por el pueblo parecía un punto minúsculo perdido en el cielo, la distancia que existía entre éste y la tierra era considerable, sabía que la altura a la que volábamos era parecida. Las vistas no se parecían en nada a las de nuestro viaje en globo, no se podía percibir del mismo modo por una ventanilla que sintiendo el viento en tu cuerpo, el sol en tú piel, sí, definitivamente era muy distinto.
La azafata nos recomendó a todos los pasajeros del vuelo que nos abrochásemos los cinturones de seguridad, íbamos a despegar.
El aparato comenzó a coger  velocidad mientras se deslizaba por la pista del aeropuerto, la rectitud y la largura de ésta la hacían infinita, los oídos me punzaban, mi cara rebotaba percibiendo la rugosidad del asfalto de la pista, la parte delantera del avión comenzó a elevarse, la situación en el exterior era confusa. El paisaje se veía en diagonal, los edificios, las casas, los coches, cada vez quedaban más hundidos por la altura que estábamos tomando hasta que se nos hacia imposible distinguir nada, apenas unas montañas pequeñas y unos caminos tan finos como la barra de un bolígrafo, se aproximaban más a la imagen que se ve en un mapa. El lado delantero del avión cogió la misma altura que el trasero, quedando horizontalmente suspendido en el aire, justo cuando la visión de las montañas era cambiada por un azul limpio e inmenso del mar, un lienzo de algodón cubría todas nuestras vistas, como si estuviésemos flotando en él. Habíamos traspasado las nubes, nos habíamos elevado más que ellas, nos quedaban por delante siete horas de vuelo. Javier se quedó dormido apoyando su cabeza en el cristal de la ventanilla, estaba tranquilo, sereno, relajado, yo era incapaz de pegar ojo sabiendo que estaba a montones de metros del suelo, no podía evitar sentir cierta angustia, tampoco podía evitar dejar de pensar en Javier, en la confusión en la que envolvió a la azafata simpática, pensaba que yo era su mujer y lo peor de todo, es que hubiese estado encantada de serlo. Javier se lo tomó como una broma, a mí la idea me apasionaba hasta tal punto que comencé a hacerme ilusiones acerca de mi posible relación con él, cerré los ojos un instante, imaginé que Javier y yo celebrábamos nuestra boda, que nos besábamos apasionadamente. Pude ver a papá y Nana sonreír con los ojos lagrimosos al mismo tiempo que nos aplaudían, pude sentir el calor de sus labios, el perfume de su aliento, el tacto de sus dedos resbalando a través de mi cara, el susurro de sus palabras introduciéndose en mis sentidos. Abrí los ojos y me arrepentí de haber vuelto a la realidad, a una realidad que me ofrecía la posibilidad de estar viajando con él, pero yo aspiraba a formar parte de su vida, compartir la mía a su lado, yo quería moldearme a sus necesidades, verle junto a mí cada mañana al despertar, reírnos juntos por cualquier comentario tonto, discutir sobre nuestras diferencias de opinión que las había, en definitiva no me encontraba en la realidad que yo anhelaba.
¿Por qué me habría tenido que enamorar juntamente de mi primo? Si se hubiese tratado de cualquier otro chico hace mucho tiempo que me habría insinuado de alguna manera, tal vez hubiese sido la rana que me hubiese declarado a él expresándole mis sentimientos. Con Javier todo era distinto, el miedo al rechazo me retenía. Aunque, lo que más frenaba mi confesión era que se trataba de mi primo, un miembro de mi familia. Hubiese dado cualquier cosa por saber que opinaría él de todo esto, por saber que sentía realmente hacia mí, supongo que lo mismo que yo sentía por él muchos años atrás, cariño.
Por más que me lo proponía no podía apartar la vista de él, estaba profundamente dormido. ¿En que estaría pensando? Seguro que en mí no, quizás fuese en Carla, aunque lo estaba llevando muy bien hasta ahora, con su regreso a la ciudad inevitablemente recordaría situaciones en las que ella iba a estar presente, parecía un chiquillo vulnerable a todo, tan frágil, tan sencillo, tan guapo…Dejé mi instinto que volase libremente, cuando quise darme cuenta mi boca se dirigía hacia sus labios, deseaba besarle desde hacía bastante tiempo pero me había resultado imposible, ahora estaba dormido, apenas se daría cuenta y yo saciaría mi deseo, solo en gran parte claro, a mí me hubiese gustado mucho más que él me correspondiese. Podía oler su piel a escasos milímetros de mí, podía percibir su aliento sobre mi carne, mis labios iban bien encaminados hacia su boca. De no ser porque en el último instante mi conciencia se sobrepuso a mis deseos no hubiese desistido de besarle. Retiré mi cara rápidamente de la suya e intenté disimular lo que en realidad no podía, mi rostro echaba fuego tras sonrojarse debido a la vergüenza que sentía por no haber controlado mi impulso. Mi corazón aceleró su ritmo al descubrir que no estábamos solos, había provocado una escena patética y aún había más, Javier estaba dormido, indefenso ante la situación, no podía decidir si quería o no besarme, yo se lo pretendía imponer. Yo quería recibir ese beso voluntariamente, sin presiones, sin preguntas, sin recelo de ningún tipo, no conseguiría nada de eso robándoselo. Cuando por fin me di cuenta que mi arrepentimiento era lo más correcto que había decidido en los últimos minutos, me cercioré de que Javier seguía dormido, quería comprobar que efectivamente no se había dado cuenta de mis intenciones con él, me sonreía a mí misma repasando en soledad lo que pretendía hacer cinco minutos antes.
El cuento de Nana volvió a mi recuerdo, cambié a mi antojo el argumento. Los protagonista al igual que en el cuento de mi Nana, seguían siendo una rana de color verdoso y un sapo rechoncho, pensaba que si la rana besaba al sapo tal vez se convertiría en mi príncipe azul, en el argumento de Nana yo había situado a Javier como el sapo, yo era la rana. La rana había estado a punto de besar al sapo, pero no había sido capaz de hacerlo, sin embargo, le miraba y le miraba, comprobaba que cada vez se parecía más a mi príncipe azul, era guapo, apuesto, interesante, cariñoso, de buenísimos sentimientos, galante, soñador, y su pasado no era un tabú para mí, todo lo que cualquier chica de mi edad desearía tener.
La azafata se disponía a servir el almuerzo, unos bocadillos de jamón envueltos en papel de aluminio, yo recibí a Javier en la realidad con una sonrisa.
   -¿Qué tal llevas el vuelo dormilón?
   -¡Bromeas!, apenas me quedé dormido unos minutos.
   -Javier, veo que dormiste tan profundamente que perdiste la noción del tiempo, llevamos casi cuatro horas de vuelo, veo que se te han pasado rápido.
   -¿Ibas a comer sin mí?
   -Por supuesto que no, iba a llamarte pero me daba pena, pensé que soñabas algo interesante.
   -Si te digo la verdad no me acuerdo de nada, es una de esas veces en las que te levantas con la sensación de no haber hecho nada, eso sí, muy cansado, horriblemente cansado, me duele la espalda.
   -Te recomiendo que no pienses en ello las próximas horas, de lo contrario pasarás el resto del vuelo fatal.
   -Tienes razón, lo mejor será que haga caso omiso al dolor de mi espalda. ¿Y tú cómo estás? ¿Que tal llevas el vuelo?, ¿Estás más tranquila?, creo que, bueno, no te estoy sirviendo de mucha ayuda, en lugar de hacerte compañía para que te olvides de que estamos volando lo mejor que se me ocurre es dormir, soy un desastre.
   -Bueno ya no hay solución, estamos volando y no puedo echarme para atrás, si estuviese en el coche de papá o en la grupa de Niebla podría bajarme en cualquier momento, pero aquí me resulta imposible, he de continuar el viaje me guste o no, por eso me resigné, creo que incluso me está gustando la experiencia. En el pueblo no me lo hubiese pasado tan bien como lo estoy haciendo aquí, contigo, por otro lado la compañía es inmejorable, aunque se duerma sin hacerme caso. Me estoy acostumbrando a realizar travesías y vuelos a tu lado, ¿No crees?
    -Claro que sí, no te imaginas cómo lo pasaremos, en grande sin duda, sólo espero que no te arrepientas de haberme acompañado.
    -Eso es imposible Javier, te lo aseguro.

Disfrutamos del escaso almuerzo cruzando varias miradas picaronas, nada más allá de cualquier juego de niños de otros tiempos, mientras, el momento del aterrizaje se acercaba.
   -¿Estás bien? – le pregunté, preocupada por su estado anímico.
Él sólo asintió con la cabeza, afirmándome que sí lo estaba, a pesar que la expresión de su cara se atrevía a negarlo.
Cuando quisimos darnos cuenta habíamos aterrizado, venía tan entusiasmada hablando que no me había enterado de nada, me sentía afortunada por haberme ahorrado el mal rato del aterrizaje, me atreví a imaginar que había sido igual que cuando despegamos, pero al revés.
Salimos del avión apresuradamente, casi de los primeros, mi trasero parecía que había tomado una forma cuadrada. Parecíamos críos alocados machucando a los pasajeros que encabezaban la cola de salida, estábamos impacientes por salir y respirar aire puro, bueno no era tan puro como el del pueblo, pero al fin y al cabo era aire. Todo en la ciudad contaminaba, desde un puñetero chicle hasta el humo del tubo de escape de todos los coches, aún así, necesitábamos respirar aire fresco. Dentro del avión todo era hermético, desde el bocadillo que nos habíamos comido, al aire que fluía, parecía que nos estábamos robando el oxígeno los unos a los otros. Tras un largo rato de permanecer en la cola de salida logramos situarnos en el exterior, respiré hondo varias veces seguidas, intentaba reponer a mis pulmones la falta de oxígeno que habían sufrido, Javier hacía lo mismo que yo mientras intentaba burlarse de mí.
Fuimos a recoger el equipaje, las maletas de los pasajeros pasaban por una cinta giratoria, todas menos las nuestras.
¿Y si había varias maletas lo mismo que las nuestras? ¿Y si se habían perdido?, comencé a ponerme histérica, cuando de pronto, aparecieron las dos maletas, la de Javier estaba apareada a la mía, intactas, excepto una pegatina en el asa a modo de identificación. 
Salimos del aeropuerto con la idea de coger un taxi, éste nos llevaría al apartamento de Javier, a pesar de que el asiento delantero estaba libre, Javier decidió sentarse a mi lado en el asiento de atrás, yo estaba encantada, no tenía tanto pánico como en el avión pero me encantaba la idea de que se sentase junto a mí de nuevo. Mientras Javier indicaba la dirección al conductor del taxi, yo quedaba atónita con las vistas que la ciudad me ofrecía, a pesar de que Javier me la había descrito en varias ocasiones, ninguna de ellas se aproximaba a lo que mis ojos alcanzaban a ver, a pesar de que tenía mucho que envidiarle al pueblo, también tenía su encanto particular.
Enormes edificios se elevaban desde el suelo a un lado y a otro de las calles. Montones de semáforos que cambiaban de color alternativamente, tenían la autoridad suficiente como para abrirnos o prohibirnos el paso temporalmente. Miles de personas corrían despavoridas por las aceras de las calles, todas ellas poseídas por el estrés. Una cadena de coches nos perseguían pegados a la parte trasera del taxi, miles de luces brillaban en medio de la oscuridad de la noche al igual que en el cielo resaltaban las estrellas. Si fijabas la vista al frente era imposible recorrer dos metros seguidos sin toparte con algún objeto, coche, edificio o persona, no había espacio para dejar que el aire puro fluyera tranquilamente, estaba oprimido.
La ciudad parecía que descansaba a las orillas de un río bastante extenso que recorría toda la ciudad, según un inmenso cartel que yacía a las orillas, se trataba del Río Sena, a lo largo del caudal se presentaban algunas colinas más o menos alineadas, había bastante niebla que impedía ver con claridad la lluvia fina y escasa que florecía, solamente nuestro pelo y nuestra piel la notaba claramente, la temperatura era mucho más baja que en el pueblo, la camisa de manga corta que llevaba me recordaba el sol al que estaba negándome y del que seguro mi Nana estaría disfrutando. Las vistas eran increíbles, diversos jardines enormes mostraban una ciudad colorida y bastante natural. Pasamos sobre las faldas de la Torre Eiffel, su estructura metálica estaba apoyada sobre cuatro pilares enterrados en bloques de cemento, a lo largo de su altura se distinguían varios niveles, cada uno de ellos constaba de un mirador para explorar la ciudad. Recorrimos los Campos Eliseos, allí se encontraba el Arco del Triunfo, estaban atravesados por una impresionante arboleda del mismo nombre, en la isla de Saint-Louis, sobre las aguas del Río Sena, descansaba el Palacio de París de Notrê-Dame, en el interior de su jardín se ubicaba la estatua de Carlo Magno, atravesamos el Puente de Neuf, según Javier era el más antiguo de París.
Mientras trataba de asimilar toda la información que penetraba por mi vista, logré unir el rompecabezas de la versión que me había contado Javier en el pueblo sobre la ciudad. Noté que el taxi se detuvo ante un edificio de casi quince plantas de altura, en la fachada se podía leer el nombre por el que era conocido en todo París, “Marne y Odise”, según el taxista, su nombre provenía de las dos confluencias del Río Sena.
Javier sacó un billete de cincuenta euros para pagar los servicios del taxi, me cogió del brazo con el único objetivo de facilitarme la salida del coche, cerró la puerta de un golpe, cogimos ambas maletas y entramos en el edificio.
Javier se dirigía a la séptima planta, yo me limitaba a seguirle, al abrirse el ascensor nos encontramos con varias puertas, Javier se encargó de elegir la puerta adecuada a la llave de la que no se había despegado en todo el camino, hurgó en su bolsillo para sacarla, hasta que por fin la encontró.
Abrió la puerta de par en par, lo único que se distinguía en el apartamento, era oscuridad. Javier había vuelto de nuevo a las tinieblas de su pasado, al pozo de su desdicha, al túnel de sus recuerdos con su esposa, ahora no estaba solo.
Javier cogió sus maletas para pasar dentro del apartamento, yo lo detuve.
    -Si quieres, puedo alojarme en el hotel de enfrente, no quiero que te sientas incómodo con mi presencia.
   -Tonterías Laura, no estoy incómodo por nada, es la primera vez que atravieso esta puerta con una mujer que no es Carla, pero vale la pena si esa mujer eres tú.

Un extraño frío recorrió mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies, mientras tanto, le seguía en su recorrido al interior del apartamento. Me atreví a subir las persianas y descubrí que era precioso, acogedor, grande, estaba bastante iluminado, de paredes esclarecidas, suelo oscuro y muchos recuerdos fijados en la pared, entre ellos, varias fotos de Carla.
Definitivamente el aspecto de la vivienda no tenía nada que ver con la primera impresión que me había causado. Javier se percató que mi vista no se despegaba de la foto de Carla, se animó a cogerla con las manos temblorosas y no pudo contener el llanto, llevaba un año intentando componer su rostro en su mente, a veces le resultaba imposible. Ahora la tenía frente a él, tal y como era, sin opción a olvidar ninguno de sus rasgos faciales, era normal que se emocionase por ello.
   -¿Es ella? – pregunté, a pesar que no tenía dudas.
   - Sí, es ella, la mujer a la que he amado con todas mis fuerzas.
   - Era preciosa Javier, entiendo que con alguien así como rival, es imposible llamar tu atención.
   - No creas, ella juega con bastante desventaja, ahora no está junto a mí, a pesar de que su recuerdo sigue anidando en mí, he de vivir el día a día. Dicen que el roce hace el cariño, pronto hará un año de su muerte, un año que ya no está junto a mí, sin embargo he logrado seguir hacia delante, he recuperado muchas cosas gracias a ti Laura, entre ellas la esperanza, la ilusión y los sentimientos que creía perdidos, sin embargo estaban dormidos, igualmente sé que puedo avanzar más, no estoy condicionado a vivir de su recuerdo, pero sé que puedo mantenerlo dentro de mí.
Espero que te diviertas Laura, bienvenida a París, voy a darme una ducha.

Javier dejó caer la foto de Carla sobre la mesa en la que estaba, del mismo modo que dejaba caer sus lágrimas tímidamente por su suave cara, se volteó y se alejó con pasos cortos y cansados hacia el baño, estuve examinando la vivienda durante el tiempo que Javier permaneció en la ducha, intentaba familiarizarme con todo aquello ya que formaba parte del recuerdo de Javier, recorrí varias habitaciones hasta llegar al dormitorio. Estaba en la habitación donde Carla y él se habían amado tanto, el nerviosismo se apoderaba de mí, pensaba que el fantasma de Carla me estaba observando.
Imaginaba varias escenas de amor entre ellos, me sentía desplazada, era la primera vez que me arrepentía de haber acompañado a Javier, me sentía culpable, como si a Carla le hubiese arrebatado su marido, en cambio mi corazón sabía que era más suyo que mío, yo seguía siendo solo su prima.
El ruido del agua de la ducha presidía el momento, me acerqué al baño, la puerta estaba entreabierta, Javier estaba allí, desnudo, disfrutando de su ducha, me hubiese gustado ser el agua que recorría su cuerpo en ese momento, por desgracia no lo era. El agua cesó de correr por el grifo del baño, Javier me gritó para que le alcanzase una toalla, yo ni siquiera sabía donde las guardaba, ¿Dónde podrían estar las toallas si no se encontraban en el baño?, antes de que me surgiera la respuesta, Javier me la dio.
    -¡En el segundo cajón del armario! – me volvió a gritar.

Abrí el cajón avergonzada, sabía que tras encontrarla tendría que alcanzársela. Cogí la primera que pillé y con los ojos cerrados entré en el baño para dársela, no veía nada, mejor dicho, no debía ver nada, aunque en el fondo quería verlo todo. Sentí sus manos mojadas sobre las mías al coger la toalla, salí apresuradamente del baño, mi pecho estaba sobresaltado por el nerviosismo que había sentido. Javier salió detrás de mí con la toalla enredada en su cintura, su cuerpo estaba mojado, su pecho al descubierto al igual que sus piernas, estaba mejor que vestido sin duda alguna, me avergoncé tanto que decidí esperarle en el salón, cuando me di cuenta, estaba sentada de nuevo frente a la foto de Carla. Al instante salió vestido, portaba un pijama oscuro y zapatillas de andar por casa, aún estaba despeinado luciendo su pelo húmedo.
Mientras me pedía que desembalara las maletas, recordaba mi visita turística por el apartamento, el dormitorio pequeño estaba adaptado a estudio, por lo tanto la única opción sería dormir en el sofá.
Javier había arrastrado mi maleta junto a la suya hasta el dormitorio principal, cuando me dispuse a meter la ropa en el armario, la ropa de Carla lo estaba ocupando. Toda ella estaba impregnada de su perfume, no pude evitar sentirme francamente mal, me senté en la cama con el único objetivo de hincharme de llorar, me sentía un estorbo, una intrusa, una impostora en la vida de Javier, no tenía ningún derecho a estar allí.
Debido a mi demora en ordenar mis cosas, Javier decidió buscarme, al ver las puertas del armario abiertas de par en par, al ver la ropa de Carla completamente al descubierto, se abstuvo de hacer ninguna pregunta, cogió una caja de cartón y con mucha delicadeza fue metiendo la ropa de su esposa Carla.
   -¡No lo hagas!, puedo dejar mi ropa en la maleta, no quiero molestar.

Javier se sentó al filo de la cama con un vestido de Carla entre sus manos, aún no había alcanzado a meterlo en la caja de cartón, sin dejar de mirarlo me dijo:
    -Esto es algo que debí haber hecho desde el primer día, pero no me atreví, no tuve valor para despojarme de sus cosas, ahora es el momento indicado, sé que puedo hacerlo sin sentirme culpable, sin reprocharme nada. Tu presencia me ayuda a pasar la página de mi vida que tanto me pesaba, en cuanto a Carla, sé que se sentiría orgullosa de mí, he vuelto porque sé que estoy preparado para afrontar la realidad que meses atrás me perturbaba, nada ni nadie podrá regresarla a mi lado, si hubiese sido posible, lo hubiese hecho sin dudarlo un momento, pero eso solo es parte de los deseos que proyecta mi mente, la realidad es totalmente diferente, nunca volverá a mi vida, y yo necesito vivir o al menos, sentirme vivo. Aunque al principio mi corazón se negaba a su ausencia, estoy aprendiendo a prescindir de ella, a veces incluso puedo reírme con cariño de lo que antaño provocaba una discusión entre nosotros, ella ha sido una pieza clave en mi vida, tal vez la conocí en el momento adecuado, cuando más cariño necesitaba, quizás por eso fue para mí más importante de lo que en condiciones normales hubiese sido, lo único cierto ahora, es que vivo en el presente, que tengo que intentar ser optimista y llegar en las mejores condiciones posibles al futuro que me aguarda, ella, muy a pesar mío, forma parte de mi pasado, y el pasado, sólo se puede recordar, sólo puede cobrar vida en nuestra mente, si me apuras, la mente incluso puede olvidar, con el tiempo por supuesto.
El presente es distinto, lo único que podemos hacer en él, es sentir, equivocarnos, desear, proyectar, evitar…..El futuro es la mezcla de los dos, de lo que sentimos ahora mezclado con lo que recordamos del ayer.
¡Te das cuenta Laura!, el presente es lo que más importancia debe tener, basar tu vida en el pasado o en el futuro es edificar tus metas en el aire, sin duda con el tiempo se pueden desmoronar.
   -¿Y cuál es tu presente, Javier?
   -Ahora mi presente, eres tú.
   -¡Yo!, pero si solo soy tu prima – le dije con picardía animándole a que me explicara por qué.
   -Sí, eres mi prima, pero ahora estoy contigo, comparto este momento contigo, puedo verte llorar, siento tus lágrimas como si se tratasen de las mías, puedo tocarte, eres real, no eres producto de mi imaginación, la única verdad es que existes. Estoy en el presente y tú estás a mi lado, estamos solos y pienso vivirlo lo mejor posible, no quiero recordarlo algún día arrepintiéndome de lo que pude hacer y no hice, el mañana no me preocupa demasiado, será un nuevo día, podré compartirlo de nuevo contigo, con la gente de la calle, con cualquiera, excepto con ella.
De modo que éste es mi lema:

“Recordar mientras mi mente pueda hacerlo y vivir cada instante de mi vida, como si fuese el último”

Javier secó mis lágrimas con sus dedos, cuando afirmó que su presente era yo, no se imaginaba que deseaba ser también su futuro, cuánto hubiese dado por decírselo, pero era consciente de que no era el mejor momento. En las palabras de Javier noté que estaba empezando a vivir sin depender de Carla, que necesitaba sentirse querido, que tenía ansias de vivir el momento, me alarmé cuando supe que si no era conmigo, podría ser con otra. Javier estaba barajando la posibilidad de rehacer su vida. Noté que conservaba la fe para volver a enamorarse, era como si solamente él pudiese creer en algo que no se podía demostrar de ningún modo. La cuarta cuerda de su guitarra había salido a la luz en mitad de nuestra conversación. LA FE”. Me replanteé seriamente la posibilidad de descubrir mi corazón y mi alma ante él, una vez más no pude.
Cenamos pizzas y pannini que había en el congelador, estaban caducados pero Javier decía que el frío mata cualquier bacteria, de modo que enchufamos el horno. El aroma que desprendía era exquisito, daban ganas de comerse hasta el envoltorio, aunque si lo leías, la fecha de caducidad te recordaba que no estaban aptos para consumirlos.
Mientras salía la cena ayudé a Javier a meter su equipaje al otro lado del armario, él me había ayudado a deshacer mis maletas. Pusimos la herradura, el laurel y la foto de papá en el altillo del armario, el beso de mi Nana preferí guardarlo en mi corazón acelerado, el resto de la escasa ropa que llevaba la organizamos holgadamente, al quitar la ropa de Carla quedó un hueco enorme, tanto que el contenido de mi maleta era imposible que lo rellenase. El lado de Javier contaba con más ropa, lo único que hizo fue añadir la ropa que en su día se había llevado al pueblo con el resto de ropa que poseía, él estaba volviendo a su casa, allí lo tenía todo, o al menos, casi todo.

La semana que viene..... Capítulo VIII
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30 comentarios:

  1. Amparo, cada vez me gusta más y más. ¡Está tan bien relatada y tan bien escrita, que a ver quién no desea y espera leer el próximo capítulo!. Gracias, Amparo por compartir con nosotros tan maravillosa novela.
    Besos. Rosa.

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    1. Rosa, a mí cada vez me gusta más y más y más que vuelvas.
      Gracias a ti y a gente como tú que dan un sentido a que yo la comparta.

      Besos, Amparo

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  2. Carissima Amparo
    Cuántos detalles compilados, cuánta imaginación, cuánta ternura derrochada en cada párrafo. Este capítulo es un verdadero renacer a la vida, a la fe, al futuro, a la esperanza de Javier. Cuántos sentimientos comprimidos, tan humanos, tan bellos, tan inocentes, tan reales se cuelan por los poros de Laura....
    No me imagino qué cosas vendrán en el próximo capítulo, espero leerte.
    Es un gusto saborear tus escritos querida Amparo. Adelante!!!

    Que tengas un bonito fin de semana en familia.
    Bendiciones
    Paz y Bien!

    Beso

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    1. Mi querida Genessis, gracias por percibir todo aquello que intente plasmar en cada palabra, en cada párrafo, este capítulo es sin duda el más importante para Javier, ya que empieza a desprenderse de todo aquello que durante un año le ha pesado, los recuerdos, sin duda también un capitulo importante para Laura porque sin esos recuerdos de Carla, el camino para llegar a su interior está mas despejado.

      En el próximo capítulo se la pasaran con dieta blanda y suero, tendrán cólico por comerse los pannini caducados, jejejej

      El viernes que viene lo descubrirás.

      Buena semana para ti y toda la gente importante para ti.
      Besos, Amparo

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  3. Querida Amparo, es maravilloso el relato, con todos los detallas. Esta cuarta cuerda tiene mucha fuerza
    Espero el proximo
    Un abrazo

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    1. Hola Lapislazuli, sin duda este capítulo es el más fructífero, ya que Javier saca de su interior esos recuerdos que le duelen y da lugar a lo nuevo en su vida, bien sea con Laura o con quien sea.
      Está cuerda es importante, sin fe no podemos dar paso y hasta para el más mínimo paso que damos, debemos hacerlo confiando en nosotros mismos y creyéndonos capaces de todo, porque en realidad, lo somos.

      Te espero en el próximo capítulo.
      Un abrazo

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  4. Me ha gustado como relatas la historia y como juegas con las personajes. Enhorabuena

    un fuerte saludo

    fus

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    1. Gracias Fus, es importante enlazarlo todo bien para que el lector no se pierda, pero sobre todo para que sienta lo mismo que tú al escribir.

      Un fuerte saludo, Amparo

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  5. Amparo,una historia escrita con mucha sensibilidad,es precciosa.
    Mil besos.

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    1. Bienvenida Morgana, veo que recién llegas ahora a mi blog, te invito a que leas capítulos anteriores y así puedas disfrutar mi novela completamente, aún así creo que has llegado en el mejor momento, a partir de este capítulo empieza el desenlace como quien dice, espero la disfrutes.

      Mil uno para ti. Amparo

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  6. Te lo dije ya, Pormenorizas los detalles tal el guión de una película. Fíjate cuanto que como tengo rechazo a volar repasé rápido lo concerniente al avión porque me incomodaba. La mente de uno nos juega malos momentos a veces.
    Estoy deseando que avancen en su relación. más conociendo el entusiasmo de Laura y que empieza a gestarse en Javier. Aunque me intriga el si podrán superar o no el hecho de ser primos.

    Esperemos a ver que pasa. Besos

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    1. Daniel, coincidimos en que a los dos nos da vértigo el avión, el hecho de que lo repasaras rápidamente me afirma que cuando lees mis capítulos te metes en la piel del personaje, en la situación de ellos haciendo el momento tuyo también, eso me alegra muchísimo.
      Esperemos pues a que la historia avance para ver si el hecho de ser primos es un inconveniente o no.

      Te espero en el próximo capitulo, besos.

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  7. Que lindoooooooo están, solos, están unidos, ahora solo queda esperar...ainssss que me tienes angustiada chicaaaaa jajajaja
    Me encanta una novela con 50 mil detalles, si cuentas sobre el río, pues que se cuente bien, así la imaginación vuela y vuela.... besitos Amparo... :**

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    1. Patty te apasiona lo mismo que a mi, esa intimidad que tanto necesitan para reencontrarse con ellos mismos y lo que desean, no te angusties, seguro que avanzan mucho en París, están en la ciudad perfecta, aunque Carla aún revolotea por ese apartamento y por sus mentes.
      Espero que tu imaginación siga volando en torno a ellos, Besos.

      Te espero en el próximo !!

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  8. La verdad es que me he puesto a leer el capítulo anterior para poder seguir el hilo de éste y es como adentrarse en una novela de vida.
    Aquí en la tuya,encuentro a cada instante los sentimientos a flor de piel,es como si la protagonista pudiésemos ser cualquiera de nosotros,tan visceral,sentimental,sensitiva y romántica.
    El entorno también está dentro de unos parámetros perfectamente posibles y eso la hace cercana y de fácil lectura.
    Me encanta que además la lleves a conseguir pasito a pasito la realidad de un cuento,que en realidad a casi todos nos gustaría sentir en la propia piel.
    Besos,escritora.

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    1. Querida Marinel, me alegra que retomaras de capítulos atrás, la verdad que a mí me gusta hacerlo mínimo de dos en dos cuando leo algo, y es porque si me gusta lo que leo, me quedo con ganas de más.
      Es cierto que los sentimientos afloran a la mas mínima, y eso tiene su parte positiva porque lo vives todo muy intensamente y su parte negativa, porque el dolor también lo vives tan intenso.
      Quién no ha estado en la piel de Laura alguna vez?? quizá no en ese marco de naturaleza pero sí con esa locura y esas ganas de llegar al corazón de un hombre y ser algo más que la prima, la amiga, la confidente...

      Gracias por llamarme escritora, la verdad que cuando estoy escribiendo no me considero como tal, simplemente dejo que mi corazón y mi mente vuelen con entusiasmo, pero te confieso que a veces cuando leo y releo lo que escribo, me asombro y aunque sea por un espacio reducido de tiempo, sí me considero una pequeña escritora, escritora de novelas, de cuentos, de relatos, escritora de mi propia vida.

      Un Beso intenso mi querida Marinel

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  9. Perdóname Amparo,lo siento de verdad,mañana sin falta tendré la tranquilidad necesaria que te mereces para que te lea y te comente.
    Te pido disculpas cariño,un abrazo!!!!

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    1. No tengo nada que perdonarte Estrella, si te dije que te echaba de menos no fue a modo de queja alguna por tu falta de visitas últimamente, sino porque lo sentí necesario en esa entrada donde note que te sentías mal por tener la sensación de no estar a veces a la altura, he de decirte que te lo dije porque quería que vieras que para mí son importantes tu comentarios, tu presencia entre mis lineas, y que al igual que a ti me encantan los comentarios intensos donde puedes conocer mas a la persona que hay detrás.
      Estoy descubriendo con el paso del tiempo, que cada vez te es mas imposible contestar a todos tus seguidores, conocer sus entradas puntualmente, porque cada vez son mas los que llegan y menos el tiempo libre que disponemos para hacerlo posible, sobre todo las mamas trabajadoras como yo. Es normal que el poco tiempo que disponemos lo dediquemos a esos seguidores que nos llenan y siguen siendo fieles a nosotros.
      No tengo nada que perdonarte de verdad, al contrario, te agradezco tu permanencia y tu presencia porque aunque a veces falles en las entradas, estas presente en mí, y eso es lo que importa. No crees??

      Un beso enorme

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  10. Laura tiene un camino difícil, pero no imposible de seguir.
    Una historia para seguir.

    Saludos, Amparo.

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    1. Efectivamente Luna, Javier no se lo pone fácil, pero es una chica acostumbrada a luchar por lo que quiere, a buscar lo que le llena y le hace sentir bien, será fiel a sus principios.
      Sabes lo que no soporta Laura??? sentirse mal por no intentarlo, por miedo al fracaso, pero aunque a veces pierda en el intento, se siente feliz por haber tenido el coraje y la valentía de intentarlo, a pasar de todo lo que pueda oponerse.

      Te espero en el próximo capitulo Luna, bienvenida a mi espacio.
      Saludos cálidos.

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  11. MUY BONITO BLOG EL TUYO. TE SEGUIRE EN TUS POST´S.

    TE INVITO A PASAR POR MI BLOG A VISITARME Y QUIZAS TE GUSTE.

    TE MANDO UN SALUDO DESDE ALGÚN ILÓGICO LUGAR DE MÉXICO

    "LA VIDA ES UN GRAN CIRCO, PERO SIN ESPECTADORES"

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    1. Pasaré por tu blog no lo dudes, y te devuelvo el saludo desde Jaén.

      Tu frase es cierta, a veces me da la sensación de que en este circo de la vida, solo hay payasos, jeje

      Saludos

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  12. Hola...

    Me he llevado una grata sorpresa con mi visita. El "mundo" de las letras no tiene límites y lo que más satisfacción me produce es poder disfrutar en cada descubrimiento que realizas a lo largo del camino.

    Muchas gracias por tu comentario en mi blog. Como ves yo también me quedo por aquí...Presiento que va a ser todo un placer descubrirte.
    Un saludo.

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    1. Hola Beatriz, coincido contigo, la mayor recompensa de este mundo bloggero es aquella gente, sensata, leal, verdadera, que tienes la suerte de encontrar por el camino.
      Gracias por quedarte, será un placer que me descubras.

      Un saludo

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  13. Hola Amparo cariño!!!!
    La trama se complica o se va aclarando????,este viaje a París puede ser la clave,qué bonito cuando le dice que su presente es ella,puede ser que él,piense en algo más que en su prima,que sienta algo más por ella,bueno eso lo averigüaremos pronto,sus sentimientos están a flor de piel al volver a su casa y se nota más sensible.

    Recuerdo el momento del avión cuando quiso darle un beso...tuvo que dárselo hubiera sido muy romántico si él se despierta y se lo devuelve,aynnnsss!!!!!,pero si la hubiese mirado extrañado,qué dolor para Laura!!

    Me gusta cómo se van desarrollando los hechos,podrías escribir una novela con este material,lo has pensado????,escribes cada detalle y no te pierdes en la historia si no que profundizas en los personajes,me gusta como lo haces.

    Tus comentarios,tu presencia también son importantes para mi,pues te voy conociendo gracias a ellos y por tu forma de escribir,gracias cariño por venir!!!!
    Un fuerte abrazo!!!!

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    1. Hola Estrella, ante todo gracias por tu fidelidad, lo que está claro el que es se siente agusto con Laura y necesita de su presencia para mitigar su dolor, poco a poco está llegando a su corazón y lo está aliviando.
      El miedo al rechazo no la dejó besarle en el avión, pero lo importante es todo lo que sintió Laura con solo pensarlo, esa ilusión y sentimientos se fraguaban lentamente en cada momento compartido.
      Gracias por tus comentarios extensos y por entregarte en ellos, me alegro de haberte conocido.

      Un fuerte abrazo

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  14. precioso blog.
    el mio es:
    elblogdemaku.blogspot.com
    si te gusta nos podemos hacer seguidoras

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    1. Gracias Inma, me alegro de que te haya gustado, lo visitaré.

      Saludos

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  15. Intenso viaje, emociones que van apareciendo, decisiones que a el lo llevan a punto de madurar y engranar su vida para que siga por el carril de vivirla, respetando cada momento y espacio.
    Que linda esta esta historia.

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    Respuestas
    1. Si Cecy, no hay nada más bonito que respetar cada tiempo y espacio, aunque demasiado correcto Javier, le falta un poco de locura, justo la que le sobra a Laura, ja, ja

      Gracias por volver

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