Caminar es mejor que llegar

Aunque a veces el camino sea duro, tenebroso, incierto, no hay nada más placentero y gratificante que seguir caminando, pues la riqueza de todo camino reside ahí, en el día a día, paso a paso, puede que jamás lleguemos al final, o puede que si llegamos, nos encontremos que no hay nada de lo que esperábamos, sin embargo siempre nos quedarán esas pisadas, a veces firmes y otras asustadas, aquello que si hemos podido vivir y experimentar a diario y que forma parte del camino para llegar a nuestros sueños, a nosotros mismos.

Hazte seguidor

A MIS SEGUIDORES

Mis queridos seguidores, apenas hace unos meses empezaba este camino en solitario con la llama de la ilusión encendida, una llama ansiosa por gritar, por mantenerse, por iluminar de algún modo el camino de esa gente que aunque no conocía sabía que estaban ahí.
Un camino duro si lo ves como una meta para saltar a la luz literaria, pero si lo sientes como una vía de escape necesaria en tu día a día, que te hace evadirte de estrés siendo tu misma, es muy pero que muy gratificante, ya que la mayoría de la gente que se esconden tras esos avatares son increíbles personas.
Hoy quiero daros las gracias desde el corazón a todos y cada uno de mis seguidores, empezando por Marilyn a la cual tengo especial cariño, ella fue la primera en visitar mi espacio y en traerme esa sensación de que lo que escribes llega de algún modo, gusta, y que algunas veces esas vivencias que plasmo, son compartidas, mucho más de lo que imagino cuando escribo.
Gracias a todos esos que llegaron después y a los que aún no han llegado pero que están en camino.
Gracias a todos esos que me siguen en el anonimato y disfrutan no solo con seguir mi blog, sino con seguir mi vida y para los cuales se que soy y me siento importante.
Gracias a todos los que me comentan aunque no me sigan, a los que me siguen sin comentarme.
Jamás pensé llegar al impensable numero de 100 seguidores, no auguraba ni llegar a 20, sé que muchos de vosotros sabéis como me siento porque tenéis muchos más que yo, mi satisfacción no es por el número, sino porque detrás de de ese número estáis vosotros esperando lo que tengo que decir, viviendo lo que yo vivo, intentando comprenderme y conociéndome a través de mis palabras, lo más importante de todo, es que la mayoría de vosotros vais en la misma dirección que yo y valoráis ese cariño, esos detalles, esa constancia, esa necesidad y esa ilusión.

Así pues mi regalo de hoy para cada uno de vosotros es una pequeña vela que vosotros habéis ido encendiendo estos meses y habéis colocado en mi camino, una vela que mantenéis y que cada día sigue iluminando mis letras, mis pensamientos, esa ilusión que se acrecienta. GRACIAS A TODOS POR ENCENDER ESA LUZ EN MI CAMINO.

Algunos habéis llegado hasta aquí por casualidad, a otros os ha traído algún seguidor mio, otros os habéis sentido atraídos por mis palabras ya que yo os encontré primero.....pero eso da igual, lo importante es que estáis aquí, y me siento un poco en deuda con vosotros, por lo tanto en cuanto termine mi novela os contaré como llegué yo hasta vosotros, no quiero meter ninguna entrada entre medias.



Sé el primero de tus amigos

28 junio, 2012

Acordes a tu lado ( Capítulo III )


Estaba sorprendido a la vez que nervioso.
 
  -¡Laura!- exclamó Javier sorprendido.
  - ¡Javier!, apresúrate ó llegaremos tarde a nuestro paseo, hoy te tengo una sorpresa.
  - Las sorpresas no son mi debilidad.
  - Esta sí que lo será, ¡Vamos!
Lo cogí de la mano y estirándole con fuerza logré sacarlo de la cuadra. Él no quiso salir sin despedirse de Niebla, volvió ante ella y cogiéndole su mandíbula la besó. Niebla relinchó una vez más devolviéndole el afecto demostrado. Javier salió conmigo sin dejar de volver la vista hacia atrás, como si en esa cuadra hubiese dejado su tesoro más preciado. Su historia de amor con Carla además de una gran amiga.
   -¿Dónde vamos Laura?, no entiendo nada.


   - Las sorpresas no se deben entender hasta que no se ven.
Javier sonrió tan tímidamente que hubiese apostado a que se sintió obligado.
Nos apresuramos al garaje de la casa, cogimos las bicicletas que papá nos compró cuando éramos dos niños. A Javier le faltaba media bicicleta, a mí ni digamos. Al poner los pies en los pedales nuestras rodillas nos llegaban a la boca, era muy difícil mantener el equilibrio. Javier se moría de la risa cuando me veía en lo alto del sillín. No cubría ni la mitad de mi trasero, la sensación de antaño nos recordaba lo que habíamos cambiado, aunque en el fondo seguíamos siendo los mismos.
   -¡Sígueme!- le grité.

Javier obedeció sin preguntas, se dejó llevar por mi propuesta aunque ni siquiera yo sabía donde nos dirigíamos, no tenía nada planeado, preferí dejarlo todo en manos del destino, de lo casual, de la aventura.
Mi intuición me llevó al camino que conducía al pueblo, de vez en cuando volvía la vista hacia atrás para comprobar que Javier me seguía, efectivamente venía peleándose con el manillar de su bicicleta y haciendo tantas eses como era posible. El camino se dividía en dos senderos, había que escoger uno, una vez más mi intuición me guío al que llevaba al puerto del pueblo.
Javier se limitaba exclusivamente a seguirme, su rostro, era el vivo reflejo del miedo mezclado con la ilusión.
Al llegar al embarcadero divisé a lo lejos la lancha que pertenecía a papá, de repente barajé la posibilidad de poner un poco de optimismo al patético día que había comenzado Javier. Se me ocurrió dar un paseo con él en la lancha de papá a pesar de que no tenía ni idea de cómo manejarla. Intenté arrancar varias veces el motor pero no tuve ningún éxito. Javier se reía de mí, había logrado aparcar la historia que le había contado a Niebla.
   -¿Desde cuando no paseas en lancha, Laura?- me preguntó Javier con sarcasmo en sus palabras.
   -Desde nunca, es la primera vez que pienso hacerlo y tú me vas a acompañar en mi travesía.
   - Estás loca si crees que voy a seguirte el juego, pero si no tienes ni idea de como arrancarla.
   -Te consideras muy listo ¿verdad?, pues ayúdame a poner en marcha este maldito trasto.

Javier dejó su bicicleta varada en el embarcadero del puerto, subió a la lancha conmigo con la única intención de dejarme en ridículo si lograba arrancarla, afortunadamente no lo logró.
   -Creo que si pretendes llevarme a algún sitio tendrás que hacerlo nadando Laurita.
   -Estarás bromeando, no sé nadar.
   -No mientas, yo te enseñé cuando cumpliste los seis años, fue mi regalo, ¿acaso no lo recuerdas?
   -El regalo sí, lo que no recuerdo es nadar.

Reímos tanto que la lancha no paraba de moverse de un lado hacia otro hasta que sin querer, le dimos a la lancha que estaba amarrada junto a la de papá. El dueño de ésta se enojó pensando que lo habíamos provocado a conciencia.
   -¿Tenéis algún problema muchachos?– preguntó enfadado.
   - Ninguno señor – contestó Javier sonrojado – verá, nosotros.

Javier comenzó a tartamudear preso del nerviosismo que sentía en esos momentos, no dejé que acabara lo que ni siquiera él sabía que iba a decirle.
   -Mi padre es Francisco, el dueño de la lancha, es urgente que salgamos a dar un paseo y no sabemos arrancarla, este maldito motor no se pone en marcha y como verá no tenemos remos, si usted fuese tan amable de ayudarnos.

Javier no pudo evitar mirarme de arriba abajo avergonzado, tenía casi treinta años y no sabía arrancar una maldita lancha, en ese momento comprendió que a un abogado de prestigio le faltaban aún muchas cosas por aprender.
El señor amable de la lancha nos ayudó a arrancarla, desembarcó de ésta y mientras intentaba explicarnos como se conducía el aparato, pulsé una pequeña palanca que había junto al motor. La lancha dio un estirón tan tremendo que salimos pitando del puerto. Javier que estaba en la popa de la lancha junto al motor, calló dentro de ésta dándose un fuerte golpe en el costado.
   -¿Te lastimaste? – le pregunté sin poder contener la risa.
   -No te preocupes marinera, estoy bien.

En la contestación de Javier, una queja de dolor se expresaba en su cara a la vez que se burlaba de mí. En menos de diez minutos estábamos mar adentro y lo único que sabíamos, era mover el timón del motor hacia la izquierda y la derecha. Cogimos una velocidad elevada, tanto que mis cabellos volaban al compás de las olas que rompíamos con la lancha, si divisabas un poco hacia atrás, se veía el camino que marcaban en el agua las hélices de la lancha, incluso haciendo espuma que poco a poco se iba extinguiendo.
   -¡Estupendo Laura! - replicó Javier – como en el cuento de garbancito, la espuma que forman las hélices nos marcarán el camino de regreso.
   -Me temo que los garbanzos son mucho más sólidos que esta espuma.

Ambos volvimos a reírnos. No tenía ni idea de donde íbamos, el paisaje que bordeaba la costa era realmente fabuloso. Siempre había visto la colina y el acantilado desde la tierra, con los pies bien firmes en ella, pero nunca lo había visto desde el mar, nunca que papá salía a navegar quería compañía, siempre quería ir solo, para mí al igual que para Javier mi retina estaba descubriendo vistas nuevas. Estábamos fascinados con el milagro de la naturaleza, veíamos como las olas chocaban en las rocas haciendo tanta espuma que parecía que un manto blanco las cubría. Se notaban las rocas bañadas por el agua del mar, tenían un color más oscuro y verdoso. Si te acercabas a la costa se veían las algas que el agua había criado. El puerto de donde habíamos salido solo se acentuaba por el faro, parecía un punto minúsculo flotando en la nada, lo cual nos recordaba a Javier y a mí que nos estábamos retirando demasiado del punto de partida, aunque nuestro entusiasmo nos hacia olvidarlo.
   -¡Javier coge el timón!, te enseñaré algo.

Javier lo cogió mientras yo me dirigía a la proa de la lancha, me puse de pie y abrí mis brazos dejando que el viento invadiera mi cuerpo.
   -¿Qué haces Laura? ¡Te vas a caer!
   -Es fantástico Javier, estoy acariciando el viento con mis manos, siento su sabor, su aroma y su textura, es fabuloso.

Javier estaba asustado, pensaba que me iba a tirar al agua, recordaba mi confesión de que había olvidado nadar y no podía disimular el pánico.
   -¡Ven conmigo! Tócalo tú.
   -No puedo – me contestó – recuerda que estoy manejando la lancha.
   -No importa estamos en medio del mar, no chocaremos con nada ni con nadie, no puedes perderte esto.

Javier soltó el timón, al mismo tiempo, su rostro se ponía pálido. Me volví para darle la mano y ayudarle a venir a la proa, nos pusimos de pie, le di mi mano derecha, luego lo invité a que abriera el otro brazo, yo a su vez abrí el mío, parecíamos uno solo unidos por el lateral de nuestros cuerpos.
   -¡Cierra los ojos!
   -Me da miedo Laura.
   -A mí también, pero ciérralos. La aventura te hará olvidar el miedo antes de lo que piensas.

Javier los cerró y dejó al viento acariciar su cuerpo, sus ojos, sus manos, su rostro. Abrí los míos un poco antes que él, no pude evitar la curiosidad de mirarle para ver como se sentía, estaba sonriendo y disfrutando mi locura. Pensé que al igual que yo, había sentido la fuerza de la vida que la naturaleza nos había aportado.
Poco a poco noté como el viento se iba alejando, se notaba menos su textura, no acariciaba con la misma intensidad mis cabellos. Un instante más tarde, el ruido del agonizante motor de la lancha nos alarmaba que algo ocurría muy lejos de nuestras nociones de marineros. La lancha se había parado, no atravesábamos las olas con la fuerza de antes, ni veíamos la espuma que nos fijaba el camino imaginario de regreso a casa. Éramos dos objetos en medio del mar, las olas nos mecían vagamente a su antojo, el timón no respondía ni a izquierda ni a derecha, el agua y solamente el agua, nos guiaba a su completa voluntad.
¡Dios mío! Estaba perdida en medio del mar junto a Javier. Un hombre que me atraía realmente, me conmovía por todo lo que había pasado en su vida. Estábamos solos, perdidos con la lancha de papá, estaba a punto de anochecer. Más que un paseo parecía que era un secuestro en el que ambos estábamos participando, estábamos asustados y lo único que se nos ocurrió fue abrazarnos.
Estuvimos quince minutos abrazados, fueron los únicos en los que me sentía tan segura y protegida como si fuese la Reina de Inglaterra y tuviese escolta.
Sus brazos eran tan cálidos, que podían mitigar el temblor de mi cuerpo por el miedo que sentía. Su mirada tan profunda como el mar en el que nos encontrábamos. El calor de su cuerpo tan acentuado, que era imposible sentir el frío de la brisa que empezaba a florecer.
Estaba flotando en una aventura, para mí era el sueño del que no me hubiese gustado despertar nunca. Mientras nos abrazábamos presos del pánico, Javier me confesó que le encantaba el mar igual que me encantaba a mí, pero que nunca había imaginado que se perdería en él de ese modo.
Por un instante vimos las gaviotas que revoloteaban por el cielo, se iban retirando con un leve chirrido. El sol se ponía definitivamente dando paso a la noche. Una noche que tenía todo el aspecto de ser la peor de nuestra existencia.
Nos tumbamos dentro de la lancha, boca arriba, adosados el uno con el otro, perdidos en medio del mar, sin nada mejor que hacer, se nos ocurrió hablar para matar el tiempo que afortunadamente o desafortunadamente nos sobraba en ese momento.
   -¿Cómo estás Javier? – le pregunté, refiriéndome a su situación actual después de la perdida de Carla como si en el fondo esperase volverme un poco su confidente, igual que esa misma mañana lo había sido Niebla.
   - Estoy perdido en medio del mar, en una lancha que casi hemos robado a pesar que es de tu padre, me acompaña una chica alocada pero preciosa, se trata de mi prima, no sé que suerte correremos las próximas horas y aún me preguntas ¿Cómo estás?, asustado Laura, creo que esa es la palabra exacta, asustado.
Mis oídos no daban crédito a sus palabras, era el primer chico que me consideraba preciosa estropeándolo después para puntualizarme que era su prima. La excusa perfecta para no complicarse la vida conmigo. No es que yo viera a mi primo como mi pareja ideal, mi sentido para vivir o como un compromiso conmigo misma, no lo veía como se ve a un hombre, ¿o tal vez si?
Un mar de dudas asaltaba mi mente por espacios de tiempo organizados.
   -Me refiero a ¿cómo estás después de lo de Carla? – le aclaré.
   -En realidad no lo sé, a veces creo que lo mejor para mí en estos momentos es tragarme todo lo que siento sin que nadie tenga la oportunidad de reclamarme ni reprocharme nada. Pienso que debería tragarme mi dolor como el que se bebe un vaso de agua. Nadie puede sentir lo que yo siento, he de pasarlo solo y cada día que pasa, su ausencia es una carga más y más pesada para mí. No sé hasta donde podré llegar, seguro que no muy lejos, pero mientras tanto tengo que aguantar el tipo.

¿Sabes Laura? Teníamos miles de proyectos, ilusiones y deseos que solo se cumplirían estando a su lado. El destino sin tomar mi opinión en cuenta ni tampoco la suya, decidió que tendría que emprender un viaje en el que ninguno estábamos invitados. Cuando Carla emprendió el vuelo, esas ilusiones, esos proyectos y los muchos de los deseos que manteníamos carecían de valor alguno, de sentido y de importancia para mí. Yo era como una guitarra española bien pulida, con su puntillo para componer cualquier canción al lado de Carla, pero cuando me abandonó, se llevó con ella las cuerdas dejando la guitarra de mi existir sin sentido, sin valor y sin opción alguna, excepto a sentirme derrumbado a no ser que la recuerde.

Nunca pensé que Javier se confesaría de algún modo conmigo, quizás el miedo que sentía lo invadió más de lo previsto. Lo único que me importaba, es que se decidió a sincerarse conmigo, me consideraba su amiga y eso ya era un gran paso a mi favor.

Yo pienso que no llevas razón Javier, no hay nada peor en el mundo que cargar el dolor de un lado hacia otro toda tu vida. Es cierto que cuando perdemos a nuestros seres queridos e importantes una parte de nosotros mismos muere con ellos, pero solo una parte Javier, la parte que a ellos les correspondía por excelencia. El resto de nuestro ser sigue intacto, tal y como antes, no podemos privarnos a nosotros mismos de encontrarnos cada día con él. Estoy segura que Carla era una mujer excepcional, puedo imaginar tu amor por ella, no quiero decirte que tienes que olvidarla, sería imposible por el momento. Seguro que sientes sus manos rozándote todavía la piel, sus palabras susurrándote al oído con cariño, su mirada observando la tuya. Mucho me temo que por un buen tiempo lo seguirás sintiendo. Después, cada día de su ausencia te robará un poco más de su recuerdo, hasta que llegue un momento en el que por más que te aferres al recuerdo de su rostro, por más que cierres los ojos y quieras verla no podrás hacerlo. Su rostro en tu mente será un rompecabezas que con el tiempo se extinguirá del todo, aún así no has de sentirte culpable, a todos nos pasa, es algo completamente normal. Tu mente al igual que recuerda, está preparada para olvidar. El que no está preparado para olvidar será tu corazón, él te recordará cada día el amor que sentías por ella, si eras feliz a su lado, cuando os reíais por cualquier comentario, cuando soñabais juntos, incluso cuando os enfadabais. Los sentimientos que viviste a su lado nunca los olvidarás, porque los has sentido, los has vivido, no es algo físico como el rostro, sino algo más espiritual como el alma. Yo creo que el alma nunca muere Javier.
Estoy de acuerdo contigo en que el dolor que sientes en estos momentos has de pasarlo tu solo, la querías y te importaba, yo ni siquiera la conocía. Pero puedo asegurarte Javier, que si compartes tu dolor con los demás, te dolerá un poquito menos, mientras lo estés contando sentirás que el dolor te aprieta en la llaga, pero cuando acabes será como si al quitar los dedos de ella sintieses un gran alivio, eso es compartir el dolor.
No te bebas solo la leche de tu dolor, compártela con todo aquel que sienta hambre de ayudarte, igual que ahora la compartes conmigo.

Javier encharcó de nuevo sus ojos y me dio la mano.
   -Tienes razón Laura, ahora que puedo hablar contigo me siento mucho mejor, siento como el recuerdo de Carla me pesa y me asfixia menos que antes.

 Con el tiempo te pesará cada vez menos, hasta que la recuerdes mucho más libre. Seguro que esté donde esté desea que estés bien. Todos esos proyectos, ilusiones y deseos que teníais, quedaron dentro de vuestra relación, en vuestra vida juntos, y todo ello junto a la compañía que os regalasteis, es lo que compone vuestro amor. Un amor que puede permanecer vivo en tu recuerdo y no por eso dejará de ser importante. 
Tienes razón cuando dices que eres una guitarra, yo también me considero otra, todos los seres vivos somos miles y miles de guitarras. Cada cuál pasa su vida componiendo según sus posibilidades, sus criterios, su rutina y sus ideales. Pero todos y absolutamente todos, somos capaces de componer. Mejor o peor, más o menos, según el estilo de cada uno. Tú como todos nosotros, puedes volver a hacerlo igual que componías cuando estabas con Carla. Ella era tu fuerza, tu empuje, tu iniciativa para seguir adelante. Perdiste las cuerdas porque Carla se llevó tus ilusiones, tu motivo para seguir luchando. Solo tienes que encontrar de nuevo un motivo que te ayude, tienes que buscar y encontrar las cuerdas adecuadas a tu guitarra para poder componer como lo hacías antes, aunque no sean las mismas notas, lo importante es componer.
Guarda en tu recuerdo las notas que escribiste con ella en este tiempo, no te niegues a componer más notas con otras personas porque estarás privando a la guitarra de tu ser a que goce de vida propia. La misma que piensas que has perdido.
¡RECUÉRDALO!
SE TRATA DE COMPONER DIFERENTES NOTAS CON GENTE DIFERENTE.

Javier me besó en la frente, era la muestra que me hacía ver su agradecimiento a mis palabras, yo se lo devolví sin saber muy bien como había podido hablar con él de un tema tan delicado y que además había sido capaz de hacerlo con bastante tranquilidad.
Por primera vez desde nuestro fortuito naufragio, estábamos completamente tranquilos y serenos, igual que el agua del mar que seguía meciendo nuestra lancha tan levemente que apenas lo notábamos.

   -¡Mira Javier, contempla el cielo!
   -Es increíble Laura, nunca había visto tantas estrellas juntas, parece que la luna fuese la madre de todas ellas y las estuviera observando.
   -Elige la que tú quieras, la que sea más bonita para ti, la más elegante y especial que encuentres, la que tu mirada resalte de todas las demás.
  -¡Esa Laura, la tengo!
  -Imagínate por un momento que es Carla que te sonríe y está feliz mientras tú seas feliz. Imagínate que si tu te rindes por esto, si te niegas a darte una oportunidad la estrella  que ahora te parece hermosa de entre todas las demás, la que representa a Carla en tu imaginación, se irá apagando lentamente hasta su completa disolución. Si por el contrario vives la vida con optimismo, recordándola sin hacerte daño, con nuevos proyectos y ganas de conseguirlos, tú estrella, ésa que acabas de elegir, que representa y te recuerda una etapa importante de tu vida que para ti no ha pasado. Te acompañará siempre, vallas donde vallas, estés con quien estés. Te seguirá para sonreírte y velará por tu felicidad. Solo así, todos esos recuerdos de los que eres dueño solo y exclusivamente tú, permanecerán vivos dentro de ti para siempre, sin miedos, sin oscuridad, sin dolor.

Mientras la lancha seguía su destino imprevisible, nosotros seguíamos contemplando el cielo estrellado.

    -Ves la que hay al lado de Carla, ésa que es un poco inquieta y no para de moverse (era la lancha la que se mecía), ésa es mi madre, me observa todos los días, me guía y me anima a pasar el día lo mejor posible con gran entusiasmo. Desea que llegue la noche para salir a la luz y que yo pueda observarla, charlar con ella, contarle mis problemas, mis deseos, mis ambiciones y mis aciertos que últimamente son bien pocos.
Cuando me siento sola, voy a la colina del pueblo, me tumbo tal y como estamos ahora, boca arriba, localizo a mamá de entre todas las demás y le sonrío correspondiendo así a su sonrisa. Luego converso con ella sobre como me ha ido el día y lo que debo mejorar para el próximo. Sé que esté donde esté, ella me seguirá. La única condición para que mamá me siga y no me deje nunca es que debo conservar su recuerdo. Si lo hago, nunca me fallará igual que a ti no te fallará Carla, siempre estarán en nuestro cielo, esperando que las observemos.

Sonreímos tímidos pero sinceramente, era la primera vez que en la cara de Javier no se distinguía tensión. Él mismo me confesó que muy pocas veces se había sentido con esa tranquilidad interior.
Sin darnos cuenta nos quedamos dormidos, mientras tanto la lancha en la que nos hallábamos merodeaba entre el agua del mar, con la única responsabilidad de cuál iba a ser nuestro destino. A medida que iban floreciendo los primeros rayos de sol de la mañana, nuestro rostro era acariciado por ellos, privándonos así del plácido sueño que disfrutábamos. Las gaviotas volaban por lo alto de nuestras cabezas, nos estaban alarmando de que el nuevo día estaba comenzando y en cambio, seguíamos perdidos en el mar. Los dos solos y sin rumbo fijo nos sentamos en la lancha incorporándonos así al nuevo día.
A lo lejos divisé tierra, froté desesperadamente mis ojos para descartar la posibilidad de que fuese un sueño y corroboré que a lo lejos se divisaba una mancha de tierra. No pude contener la emoción de pensar que volvería a casa. No es que estuviese mal al lado de Javier, solo que ahora, sabía que en el agua o en la tierra, él estaba mucho más cerca de mí.
   -¡Tierra a la vista! – grité a Javier con una sonrisa en los labios.
   -Muy bien marinera, rememos con los brazos hasta llegar a tierra, falta muy poco.
Los dos nos pusimos manos a la obra remando con los brazos y todo nuestro empeño. Movíamos los brazos una y otra vez, de adelante hacia detrás en perfecta sincronía, como si fuésemos un molino de viento. Logramos avanzar pocos metros y el cansancio nos sorprendió a ambos.
   -¿Y ahora qué? no puedo más Javier.
   -Nadaremos, queda poco hasta llegar a la orilla.
   -¡Estás loco, no sé nadar!
   -Me estás mintiendo, es como montar en bicicleta y ayer no lo habías olvidado.
   -Recuerda, al frenar se me olvidó poner los pies en el suelo y me caí.
   -Ahora es más fácil, no has de apoyar nada, solo mover las piernas y los brazos, yo te vigilaré.
   -Eso espero, de lo contrario me convertiré en un globo de agua.

Javier se lanzó al agua y me animó a tirarme. Yo estaba rezagada, me senté en el borde de la lancha sumergiendo solo parte de mis piernas, estaba helada, pretendía decirle a Javier que no estaba dispuesta a tirarme, él me había estirado hacia dentro del mar. Presa del susto moví las piernas y los brazos con intensidad, cuando quise darme cuenta ya estaba en la orilla.
   -¡Espera Laura!- venía gritando Javier detrás de mí -menos mal que no sabías nadar.
   -Y no sabía, todavía no me puedo creer que esté en tierra. Es cierto, es como montar en bicicleta, no se olvida o al menos, se puede recordar fácilmente.

Javier llegó a la orilla un poco más tarde que yo.
   -Buena travesía marinera, el crucero ha sido insuperable.
   -Ha sido todo un placer, espero que mi escasa tripulación haya comprobado que cuanto más negro se ve todo y más difícil es la situación, se abre la puerta de la esperanza dando paso a un nuevo día soleado.
Las marineras como yo también pasamos miedo.
   -Recibido Laura, ahora que conozco la sorpresa que me tenías guardada sé que me encanta.

Nos levantamos de la arena de la playa, nos habíamos tumbado a descansar después de la carrera de natación en la que yo, la chica que no sabía nadar le había ganado una vez más a su primo. Sin saber donde estábamos veíamos lejos de la orilla la lancha de Papá, estaba flotando en el agua del mar. Giramos nuestros cuerpos dando por primera vez la espalda en dos días, al agua cristalina del mar.
   -Creo que papá nos matará cuando se entere.
   -Me temo que sí, mi querida marinera.

Cual fue nuestra sorpresa cuando vimos que estábamos frente a mi casa. El destino había guiado la lancha a la orilla de mi casa, era increíblemente algo fabuloso. Estábamos maravillados de la suerte que habíamos corrido, nuestros pies galoparon hasta llegar a la casa. Papá estaba enfadado y mi Nana bastante preocupada.
   -¿Dónde estabais? ¿Dónde habéis pasado la noche?
   -Es muy largo tío, verás Laura y yo, la lancha…
Papá interrumpió la explicación de Javier.
   -¿Qué pasa con mi lancha?
   -Está en la puerta papá, no le pasa nada hizo un ruido extraño y se paró.

Papá no esperó que terminara de explicarle nada de lo ocurrido y salió en busca de la lancha. Cuando llegó a la orilla, las olas del mar la habían dejado anclada en la arena firme y calurosa de la playa. Nosotros corrimos tras él, cuando lo alcanzamos papá estaba riéndose a carcajadas.
   -¡Con que un ruido extraño!
   -Sí papá, muy extraño, ronco, cansado y luego se paró.

El diagnóstico de papá era que le faltaba gasolina. Javier y yo nos reíamos tanto como él al descubrir la avería de la lancha. Desde ese momento, Javier pidió a papá que le enseñase todo lo referente a lanchas para el próximo paseo con una marinera tan falta de experiencia como yo.
Fuese como fuese, esa falta tan oportuna de gasolina hizo que Javier confiara en mí. Le dio la oportunidad de poder conocerme mucho mejor de lo que ya me conocía cuando marchó a París. Sentía que estábamos más unidos y eso me gustaba. Desde la llegada de Javier a casa, mi vida, mi entusiasmo, mis metas habían dado un giro importante y vital para que mi ánimo estuviese en alza. La bandera de mi felicidad ondeaba lo más alto que podía.


Próxima semana, Capítulo IV





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23 comentarios:

  1. Muy bien escrito. Refrescante, aventurero, me encanteo. Lista para el proximo acpitulo.

    Un abraXo

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    1. Gracias Marilyn, si que es aventurero, la vida es eso una aventura en la que tienes que embarcarte sin pesar en el tiempo ni en cuanto durará la gasolina de la lancha, jejje, si no no puedes disfrutar la travesía.

      Un abrazo

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  2. Hola Amparo, muy buena analogia con las guitarras. Fuiste desarrollando la accion con perfectas descripciones, estuve en esa lancha, nade a la costa
    Espero el proximo capitulo
    Un abrazo

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    1. Gracias Lapislazuli, lo de la guitarra ya lo entenderas un poco mas adelante, juntos ayudaremos a Javier a afinar bien sus cuerdas, jeje gracias por acompañarme en esta travesía.

      Un abrazo

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  3. Hola Amparo

    Nuevamente degusté tu relato,...
    veo esas aventuras correr en lontananza,
    veo ese amor juvenil que busca adentrarse en los recovecos de la vida,
    veo que el vuelo de mariposas es posible en todos los rincones del planeta,
    veo que la misión del corazón siempre es amar.....

    A la espera del IV capítulo, por que va muy bien!
    Saludos y buen fin de semana en familia
    beso

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    1. Ves muy bien Genesis, mi relato es como la vida misma, aventura tras aventura te adentras en los recovecos de la vida y dejas que te invadan esas mariposas mientras el corazón ama sigilosamente.

      Un abrazo, Amparo

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  4. ¡Cuánta fuerza, cuánta sensibilidad, y cuánto contenido interno recoges en este relato!.
    Te felicito Amparo. Me gusta muchísimo.
    Besos. Rosa.

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    1. Gracias Rosa Mª, en esta travesía comparto con vosotros el interior de Laura, a partir de aquí, sabréis como mide la vida, lo hace en intensidad no en cantidad, así la entenderéis mucho mejor.

      Besos

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  5. Que dulzura y llena de aventura jajajajaj me ha encantado y Javier parece que se siente algo así como atraido un poquito no? que lindo... besitos Amparo :**

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    1. Un poquito Patty, esperamos y confiamos que esa atracción se convierta en un mucho, jejej

      Besos, Amparo

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  6. Hola Amparo: hacía días que no entraba en tu espacio , pero me gusta leer loq ue escribes .A mi lo de escribir no se me da bien ( inventar si jeje) , pero me encanta leeros a l@s que teneis este arte.
    Un abrazote desde ana-reutiliza y hasta otro día .Estaré pendiente del capítulo IV .

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    1. Gracias por volver Ana, me alegro que te guste mi forma de escribir, quiere decir que puedo transmitirte lo que quiero....escribir es mucho mas fácil de lo que imaginas, solo tienes que escuchar los gritos de tu interior...

      Te espero en el próximo capítulo, Amparo

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  7. Me ha encantado volver a tu rincón y saborear tus letras, Amparo, te felicito por tu texto.

    Un beso.

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    1. Gracias María, a mi me ha encantado volver a leer uno de tus comentarios, escueto pero intenso.

      Un beso

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  8. "¡Recuerdalo!
    Se trata de componer diferentes notas con gente diferente."

    ¡Precioso! La sencillez y la frescura con que dotas a Laura sumada a la inocencia de su despertar al amor, previsible y esperable, me convierte en adolescente ante cada línea que avanzo.
    Una historia que contiene todos los elementos para hacerla atractiva. Un joven que hace una pausa en su vida y regresa a sus raíces para dejar atrás dolorosos recuerdos y una muchacha que se encandila por el decidida a ayudarlo a olvidar.
    Todo con un marco rural de verdes, sol, mar, arenas y playas.

    Estoy atrapado como Niebla en el cobertizo esperando el próximo capítulo.

    Felicitaciones Amparo y gracias por visitarme y comentar.

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    1. Gracias por tu comentario Eduardo, pero sobre todo por regresar a mi espacio cargado de ilusión y ganas. Tu comentario también contiene todos los elementos para transmitirme lo que has sentido al leerlo, me alegro de que una vez mas te adentres en el texto y puedas sentir la profundidad del mensaje interno.
      Yo también estoy atrapada en tus relatos, así que me seguirás viendo por tu casa virtual.

      Un abrazo amigo, Amparo

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  9. Hola Amparo!!
    No pude leer el capítulo anterior,así que he leído los dos juntos y me has emocionado,cuando Javier le contaba a Niebla como conoció a Carla y sobre su embarazo y su enfermedad como la cuidó y como se enfrentaron juntos a la decisión del aborto,lo has descrito de una manera muy especial,emotiva...así tanto Laura como nosotros(y Niebla,jaja)nos hemos enterado de su historia.

    Y esa noche en la barca en el mar...mmmm!!!de ensueño!!con el hombre que está empezando a querer,creando una confianza y complicidad ideal,me introduzco en la historia y me veo de pie abriendo los brazos,dejando que el viento me acaricie,me hable,uniendo mi mano con la suya,para ser uno a favor del viento.

    Es una historia muy especial,para ti,verdad Amparo???
    Es una gozada leerte,continúa...

    Un fuerte abrazo!!!!

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    1. Si Estrella, es una historia muy especial para mi donde a pesar de no identificarme con ningún personaje, soy un poquito de cada uno de ellos.
      Me gusta que te emociones porque, eso indica que eres de las personas que a mi me gustan, sensibles, comprensivas y humanas, también aventurera porque si te atrae la idea de perderte en el mar es porque tus ilusiones conectan con las mías, jeje
      Continuaré, no lo dudes, aún tengo mucho que sacar.

      Un fuerte abrazo y gracias por naufragar en mis palabras y sentimientos.

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  10. Me gusta como va, pero dile a Laura que su cabecita pare un poco. El dolor de Javier es muy grande y se puede confundir.
    Estuvo muy graciosa esta entrada y reflexiva.

    Un gran abrazo.

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    1. Jejeje, mi querida Cecy, Laura ni siquiera sabe que se esta enamorando de el, lo que busca es acompañarle en este tramo de su vida donde no lo esta pasando bien, quiere apoyarle e intenta ayudarle a toda costa, es su primo y han vivido muchos momentos intensos e importantes juntos. En cuanto al dolor de Javier, confiemos que pueda mitigarlo con el tiempo y con la compañía, Laura es un encanto de chica que se deja llevar por la locura de vivir intensamente.

      Un gran abrazo

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  11. Y es que hay aventuras que se van desarrollando vertiginosamente,pero de una manera tan amena, que no pueden sino abocarse a una feliz resolución,je,je,je
    Sigo hacia arriba.
    :)
    Besos.

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    1. Bueno Marinel, confiemos en que esta no sea menos, seguro que también acaba bien, aunque tal vez no como esperáis, la sorpresa es una adicción para mí.

      Gracias por seguir conmigo, besos

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  12. Precioso capitulo. Una aventura inolvidable y una gran amistad. Me esta encantando. Besos.

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Saca el escritor que llevas dentro

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