Estuve dos días dando vueltas en mi cabeza a este último
sueño, hasta que decidí contarlo, no quería preocupar más a mamá con este tema
de los sueños, así que decidí ir sola a lo de aquella curandera para detallarle
los últimos acontecimientos.
Cogí el coche y fui a aquel pueblo a pocos kilómetros de
donde vivía, durante el camino no paraba de pensar en lo mismo. Si he de
destacar algún defecto importante de mí, me decantaría porque le doy demasiadas
vueltas a todo, algo que me complica desde la decisión mas tonta a la mas
importante de mi vida.
Aparqué el coche frente a su casa y comprobé por la ventana
que se encontraba en casa, llamé a la puerta y escuché su voz invitándome a
pasar.
No estaba sola, estaba cosiendo y había una mujer con ella haciéndole
la tarde agradable, en el momento de mi entrada la mujer se levantó y se
marchó dejándonos a solas.
Me senté en aquella silla de anea, a su lado, y le conté lo
ocurrido, le dije que había soñado con mis dos abuelas fallecidas y que no entendía
porque la actitud que tenían conmigo era tan distinta.
Le dije que había podido hablar con una de ellas, incluso
abrazarla y besarla, pero que con la otra no había tenido oportunidad ni de
acercarme porque mi miedo me lo había impedido.
Cerré la boca y me puse a escuchar el silencio que en
aquella habitación retumbaba. Empezó a rezarme y sonrió, como siempre lo hacia.
Me dijo que ambas estaban luchando por obtener la luz
infinita, y que a una le costaba más que a la otra.
Me dijo que me habían buscado porque necesitaban luz,
simplemente era eso, así que me aconsejo que le ofreciera una misa para ver si
les ayudaba a ascender.
Eso si, me dijo que las hiciera separadas porque siempre hay
una que absorbe más la luz que la otra y que eso no es bueno, también me dijo
que a ser posible lo hiciera en sábado que era el mejor día en estos casos.
La verdad que su conversación me relajo bastante, y nada más
llegar al pueblo de nuevo, fui a la iglesia para encargar la celebración de las
misas.
Mamá me acompañó, sabía todo sobre los sueños y era mi
principal apoyo en este tema, su fe y su creencia me ayudaban a que esto no
pareciese tan extraño para mí.
Recorrí varias iglesias y en algunas no se celebraban misas
los sábados, lo cual me lo ponía mas complicado. Encontré una cerca de mi casa
que estaba dispuesta a celebrar las misas dos sábados consecutivos, ahora solo
quedaba decidir a cual de las dos le ofrecería la misa primero.
Pensé en todo lo ocurrido y aunque mi corazón me decía que
primero tenia que hacérsela a mi abuela paterna, mi cabeza me dejaban claro que
la primera debería de ser mi abuela materna, su actitud en los sueños me hacia
ver que ella la necesitaba mas, además no quería que se volviera a enfadar por
elegirla la segunda.
Sí, lo tenía claro, mi abuela Manuela, la madre de mi madre
seria la primera.
Tras hablar con el cura y comprobar que apuntaba su nombre
para nombrarla en la misa, faltaba cerca de una hora para que empezara la misa,
mamá y yo decidimos quedarnos allí, hablando en un banco de la iglesia en voz
bajita mientras la misa comenzaba.
Imaginareis nuestro tema de conversación, no se nos iba de
la cabeza el motivo por el cual nos encontrábamos allí, todo eran suposiciones,
ambas indagábamos en nuestros pensamientos y los compartíamos mutuamente.
Comenzó a llegar gente, más de la que esperábamos, la
iglesia era pequeña así que de momento se llenó, me impresioné al comprobar que
la fe no tiene edad, la gente que iba a misa era de distintas edades, desde
niños pequeños haciendo la genuflexión delante del sagrario a gente mayor aferrada a
su rosario.
Hubo algo que me conmocionó más que el hecho de comprobar la
edad de los creyentes, todos los bancos de la iglesia se llenaron, excepto el
nuestro, estábamos sentadas a mitad del banco, mamá a la izquierda, yo al a derecha, y aunque todo el mundo miraba,
nadie hacia ni tan siquiera el amago de sentarse a nuestro lado.
Le conté a mamá la sensación que tenía, más vale que no me
hubiera dicho la suya, según ella estaban sentadas allí con nosotras, la gente
veía el banco ocupado.
Hubiera pensado que estaba loca de no ser porque yo también
notaba su presencia, un escalofrío me invadió con la intención de no
abandonarme durante toda la misa.
Mientras seguíamos charlando en voz baja, mi mirada
inspeccionaba cada rincón de aquella iglesia, en el fondo empinadas escaleras
de mármol que desembocaban a un lado en la sacristía, el sagrario en la pared, el altar vestido de
blanco, la luz del cirio encendida, dos sillones rojos a los lados, la imagen
del padre presidiendo y aquel sutil olor a incienso mezclado con jazmines.
Poca era la paz que me inspiraba el entorno, aunque de vez
en cuando me invadía parcialmente, tenia momentos donde las manos me sudaban
intermitentemente y otros donde podía cerrar los ojos y respirar profundamente.
Sin apenas darme cuenta la música que sonaba en la iglesia
cesó y al mirar la puerta de la sacristía salió el cura acompañado de dos
monaguillos mayores, nos levantamos y comenzó la misa.
Os aseguro que no me entere de nada, me sentaba y levantaba
por inercia, apenas escuche la parábola que había leído, y la lectura del
monaguillo también me la salté.
Aunque mis ojos estaban centrados al frente, mi corazón y mi
cabeza estaba con ella, pedí disculpas mil veces por todo aquello que le
hubiera podido molestar de mi actitud, pedí a Dios que la ayudara a encontrar
el descanso eterno y le agradecí por el modo de aparecer en mi vida en busca de
ayuda, si hubiera sido algo más físico no lo hubiera podido soportar.
Lejos de lo que hacia cada segundo de mi vida a partir de
tener aquellos sueños, ahora no buscaba respuestas a mis dudas, simplemente
aprovechaba esa cercanía para desahogarme, para disculparme y para despedirme
mientras no podía contener el llanto.
Por un momento volví a la realidad y metiéndome en el corazón
de la misa, escuche como el sacerdote la nombraba, sentí un gran alivio al comprobar
que una vez mas había cumplido mi meta, en cierto modo la meta que me estaban
poniendo, y que una vez mas había vencido ese miedo tan pegadizo.
Mire a mamá y estaba llorando como yo, la entendía porque la
homenajeada era su madre y se que ella también le pidió para que me dejase
tranquila, sé el esfuerzo que tuvo que hacer mamá para no derrumbarse delante
de mí, así que con la excusa de que estaban dando la paz, aprovechamos para
abrazarnos. Se detuvo el tiempo y por un momento nos sentimos solas en aquel
templo sagrado.
Al acabar la misa esperamos a que todos salieran, las dos
nos quedamos pensando en aquel banco. Esa vez no compartimos los pensamientos.
Tras salir todos nos levantamos y nos dirigimos al cepillo,
el sacerdote nos dijo que la misa no costaba nada, que echáramos nuestro
donativo en el cepillo.
Mamá quiso echarlo ella porque la misa había sido para su
madre, pero no la deje, le dije que yo había encargado esa misa, que yo había
decidido hacerla y que por favor se mantuviese al margen, me costo convencerla
pero me dejo que yo hiciese el donativo.
Salimos y nos marchamos, en el coche de vuelta a casa no
dijimos ni media palabra, pero yo ya estaba ansiosa de que llegase el próximo sábado,
tenia la necesidad de acabar con esto cuanto antes, estaba en la mitad del
camino para lograrlo.
Me sentía muy nerviosa por dejar a mi abuela Carmen para la última,
pero sabía que lo entendería.
Quedaba una semana por delante, una semana donde me sentía
triste y contenta, triste porque sabia que esta despedida era definitiva y no quería
desprenderme de esa sensación de estar mas cerca de ella, por otro lado me sentía
contenta, por haber dado la talla, por haber estado dispuesta a ayudarlas y
porque estaba segura que todo esto las ayudaría, aunque jamás podré saber en
que medida.
Estuve abrazada toda la semana a sensaciones dispares donde
no solté el recuerdo de mi abuela paterna, sentía que el tiempo no había pasado
y que aún podía hundirme en aquella mirada cálida y abrazarme a esos brazos
arrugados y tiernos a la vez.
Hola corazon me alegra saber que compartimos los mismos gustos musicales
ResponderEliminarveo que escribe bello me gusta
un beso
Gracias por tu apreciación sobre mi escritura, sin duda una critica constructiva para continuar.
EliminarEn cuanto a los gustos musicales me gustaría saber que opinas sobre este tema,
http://www.youtube.com/watch?v=ze9ul-44Q0w, es una canción que me ha marcado en cuanto a una relación que mantengo a distancia y que se ha convertido en un eslogan para mi vida.
Tal vez esta también sea compartida y próxima entrada de tu blog.
Un abrazo
Hermoso relato!! Me identifique con el pues una vez sone com mi abuela materna, y una prima me dijo que le hiciera una misa o que orara mucho por ella. Fue un sueno muy hermoso que con el tiempo se hizo realidad.
ResponderEliminarun abraxo!
Me alegra el hecho de saber que hemos compartido experiencia con esto de los sueños, soy de las que piensa que hay mucho que descubrir tras la muerte, que en cierta medida es un renacimiento, el último peldaño de una escalera y el primero de la siguiente, con sueños como estos que he tenido la oportunidad de compartir, reafirmo mi teoría y mis pensamientos.
EliminarUn abrazo Marilyn
Amparo, que bello nombre y comprometedor, porque es un imán en tiempos como estos. Me gusta mucho tu manera de escribir. Gracias por lo que me dices. Siento que es el momento de decir a todos que no están solos y que si lo están, llegarán los apoyos y los abrazos, que estén receptivos para darse cuenta. Aquí estaré.
ResponderEliminarBesos.
Si Sara!! ha llegado el momento de romper el caparazón que el orgullo y el estrés mantuvo oculta a nuestra humanidad y demostrar que somos mariposas capaces de volar y acompañar en el vuelo.
EliminarPuede que nos lo quiten todo, pero nuestro interior prevalecerá por siempre.
Un abrazo